miércoles, 27 de agosto de 2014

Cartas a Evan


20 de Agosto


Después de estas últimas semanas que hemos practicado lo que me propusiste debo admitir que, por supuesto, es placentero.

No me quejo, el sexo telefónico es algo que nunca había hecho y contigo –suspiro– me encanta. Y tienes razón, nos ha fortalecido pero como pareja hemos sido poco constantes hemos jugado con los años y con nuestra imaginación.

Ahora estoy escuchando Still loving you de Scorpions y me recuerda tanto a ti.

“Is there really no chance, to start once again? I’m loving you”

Supongo que escribirte ya es costumbre, te veo casi todos los días, lo nuestro es un vaivén, siento que si no te escribo te pierdo… es complicado.

Me contaste que meditar o asistir a talleres me haría bien. Y pues, lo hice.

Eran como las 9:00 am del domingo cuando me dirigí a una puerta que estaba abierta, parecía ser el lugar correcto. –Pero me equivoque– En el momento pensé que todo estaba bien asi que me mostré muy alegre y extrovertida… para ¿variar? Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba en el lugar equivocado. Unos ancianitos que estaban desayunando me miraban boquiabiertos seguramente preguntándose qué diablos hacia yo ahí. Muy amablemente me preguntaron ¿qué buscaba? Les dije que buscaba al grupo del taller sobre constelaciones familiares. El hombre me dijo con voz firme –usted se equivocó de casa, no sé de qué me está hablando– sentí mucha vergüenza y a la vez ganas de reír. Finalmente tras diez minutos de “ardua búsqueda” (el departamento del piso de arriba) encontré a la gente del taller.  Y de nuevo me equivoque de grupo, entre a uno de reiki. No tenía idea de qué era eso. Me asusté con tanto incienso, velas y música celta. Salí al recibo esperando a que entrara alguien y ¡BAM! De golpe llegaron como diez personas que si pertenecían al grupo al que me inscribí.

Finalmente pude meditar y hacer ejercicios para encontrarme a mí misma y descubrir que tú eres parte de mí y que lo nuestro está destinado a durar y que yo, por mi arrogancia no he querido aceptar del todo.

Eres lo mejor que me ha pasado Evan.


                                                                                 Con amor Eliana.

viernes, 15 de agosto de 2014

Vida de una informante invisible. Parte IV.


8:00 pm. Suena en la radio “Consequence” de The Notwist.

Alissa está regresando a casa del aeropuerto,  esta agobiada y con muchas dudas. Mientras pasa por el túnel, canta inconscientemente el coro de la canción.

Cruza la puerta del bar y basta para llamar la atención de Blake. –La abraza fuerte– ella aprieta los puños, pero tras cinco segundos de un cálido abrazo, se relaja y también lo abraza –Ella suspira– un ligero silencio tensa sus miradas. Un beso anhelado los distrae de su entorno.

 Alissa espera a que el bar cierre para irse. –Te extrañe mucho. Dice acariciando su mejilla –me hiciste falta, las relaciones a distancia no son lo mío, lo admito. –Ahora sabes porque no intente nada contigo antes, ni con nadie. Por eso estaba sola. –Ya no tienes que estar sola. –Quisiera creerlo.

Llegan al departamento y Alissa se tumba en el sofá –Cómo extrañe todo esto. Dice en un suspiro. –A todo esto, incluyéndome,  le hacías falta tú. Comienzan a desempacar, comen algo y conversan del viaje entre risas y besos. Pasado el tiempo vuelven a donde iniciaron. –Tal vez suene algo desesperado, pero te veo y me dan ganas de hacerlo, aquí y ahora. – ¿En el sofá Ali? Es pequeño. –Te deseo. Le susurró al oído. Sin más palabras Blake desliza el jean de Alissa y silenciosamente le da placer. Gime de placer y, satisfacción. Ella hace lo mismo cuando termina; se coloca frente a él de rodillas y baja la cremallera, le da besitos sutiles en el abdomen hasta empezar su trabajo oral. Uno muy bueno, delatan los gemidos de Blake. – ¿quieres ir a la cama? –Yo te sigo Blake. Responde sonriendo. Se toman las manos y van juntos a la habitación. Ella se recuesta en el regazo de su chico. Se oye el eco de la música que tienen puesta los vecinos. –Al parecer no somos los únicos que queremos una noche de pasión. – ¿lo dices por la música? –Es Greg Laswell, si no logras acostarte con alguien escuchando su música, fracasaste como seductor. Él la mira sin que se dé cuenta, esta distraída por la música y cuando cierra los ojos, Blake la rodea con sus brazos y se acuesta junto a ella; una vez estando frente a frente Ali esconde una sonrisa con su cabello. Se pone a horcajas sobre él, mientras la toma por la cintura sigue sonando Greg Laswell.  –“What a day”. – ¿A qué te refieres Ali? –El nombre de la canción, no podría ser más oportuna. Él se acerca besándole el cuello con sensualidad y sigilo. Varios orgasmos y diez canciones más tarde, se acomodan para dormir.

8:50 del día siguiente.

Blake antes de hacer el desayuno juega un poco con el cabello de su chica, besa su mejilla y va a la cocina. Unos diez minutos más tarde ella va a la cocina y llorando abraza a su pareja –Te amo. – ¿Qué tienes cariño? Se da vuelta para abrazarla. –Ya no quiero ser una informante invisible, me canse tener tres nombres y que nadie, además de ti, sepan quién soy. –Ahora que lo pienso, ¿Cómo es que aquel francés supo tu verdadero nombre? –él era un simple contacto, mi familia estaba esperándome en Alemania, fuer un reencuentro muy hermoso, pero ellos sabían lo de mis nombres falsos, lo de mi vida… lo que hago. Es la única familia que me queda, no quiero perderla por mi trabajo. –Puedes ser solo la Ali que amo y que ellos recuerdan. No te prometo una vida perfecta, pero prometo que será una vida cómoda para los dos.

De allí fueron a quemar todas las carpetas y documentos que la vincularan con su antigua vida, contactos, todo. Vendieron las armas y el equipo de espionaje. Solo se quedaron con algunas cosas.

Ocho meses después.

Desempacan todas sus cosas en la nueva casa, no hay mucho que agregarle a su nuevo jardín, así que solo añaden bocadillos y música para la inauguración de su nueva casa. Comienzan a llegar todos los amigos y la familia de Alissa junto con la de Blake.

Casi a mediodia sirven la champaña para el brindis. Se oye el típico tintineo de las copas al chocar, todos beben. Antes de sentarse Blake se arrodilla frente a Alissa, saca una pequeña cajita –Alissa Merker, mi musa, mi único sueño. –abre la cajita y la mira a los ojos– ¿quieres casarte conmigo? Se le ponen los ojos llorosos, asiente –si. Dice emocionada arrodillándose para abrazarlo – ¡acepto, te amo! Un beso conmueve a los invitados produciendo ese clásico “aww” a modo de coro. Blake susurra mirándola a los ojos bajo la mira de los demás –quiero que seas mía por el resto de mis días, prometo que te amare como a nadie porque eres la persona que me enseño que amar no es solo lo que dicen los demás, debes descubrirlo tu mismo.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Cartas a Evan.


Sé qué hace mucho no te escribo.

El compromiso me asusta, amarte y que después no me ames, me asusta. Hace un par de días salí a correr y te vi. Con tu cara de cachorrito perdido, estabas buscando trabajo cerca de mi casa… por un momento quise pensar que era para estar más tiempo conmigo, pero al mismo tiempo quería no ilusionarme. Después de tanto tiempo creí que quizá no querías verme.

¿Me equivoque? Por favor házmelo saber, porque no he deseado nada con tanta fuerza en mucho tiempo. Estar con alguien, reír con alguien, además de mis cartas y mis libros.

Dímelo.

Tú tienes toda una juventud por delante, en cambio yo soy  una mujer frustrada. Tengo 5 años más que tú, me duele admitirlo, pero quizá es tiempo de que busques a alguien más. Alguien que no vaya a decepcionarte o a lastimarte. Yo no te puedo garantizar felicidad y creo que felicidad es lo que mereces.

Tu llamada me de ayer me dejo atónita. No me dejaste hablar, pero supongo que ese era el objetivo, querías hablarme, no que habláramos. Lo entiendo, es como desahogar todos tus sentimientos sin esperar una respuesta a cambio.

Me dijiste que cuando quisiera podía irme contigo, que no te importaba si era lo correcto o no. Yo solo pensaba que seria un error hacerte caso, pero he cometido muchos errores en mi vida, este no será uno de ellos.

Evan cariño, piensas como un adulto, besas como un experto, amas como un anciano y eres, apenas un muchacho.

PD: Por cierto, hace unas semanas te vi mientras conducía. No pude evitar tomarte una foto.

lunes, 11 de agosto de 2014

Buscando el norte.


Una mañana me desperté sin objetivos, distraída... con una sensación de vacío.

Esa típica sensación de estar buscando algo, saber qué buscas pero no saber por dónde empezar. –Comienza a acelerarse mi respiración–

Un día hablando con un amigo, me encontré pronunciando palabras que no sabía que podía decir con tanta fluidez. Era por donde debía empezar, buscar mi norte. Para qué sirvo y para qué soy buena. –Soy buena durmiendo– le dije. “Todos servimos para algo” resonaba en mi cabeza.

Solo que no estaba segura exactamente para qué servía. Fue entonces cuando ese amigo me dio un dato muy importante. “No tienes que ser como los que te rodean, no te sientas mal, no te preocupes por ser importante, ya lo eres”. Y en parte era verdad, todos mis amigos son muy inteligentes, buenos para los números, independientes, interesantes. Todo lo que yo quería ser, pero siendo tan pesimista preferí no engañarme y empezar por lo básico. Valorarme a mí misma.

Tal vez aún no estaba segura de cómo llegar a mi objetivo, que es principalmente lograr ser quien quiero ser, sin complacer siempre a todos. La vida no se disfruta complaciéndo a todos, es más, dicen que cuando se presentan obstáculos para lograr tu meta, tu logro será mejor de lo que todos esperaban . –quiero créelo.

Finalmente experimente lo que es tomar decisiones importantes, con miedo de que todo salga mal y obtener resultados inesperados, satisfactorios. Me di cuenta de que siempre al final se consiguen las mejores cosas y que el trabajo vale la pena.


El trabajo duro hace  grandes personas. La humildad pura, hace excelentes personas.

jueves, 7 de agosto de 2014

Buenas noches.


Un ruido sin eco y penetrante perturba mi sueño.

Se oía como la detonación de un edificio y un tsunami. No supe que hacer por unos instantes, todas las personas importantes para mi estaban lejos, eso facilito las cosas. Quise pensar que estaban seguros, mientras intentaba salvarme a mí misma.

Aquello de lo que escapaba no tenía rostro, tenía una voz muy rasposa e imponente, no dude ni un segundo, sabía que no podía mirar atrás. ¿De que escapaba?  –No me atreví a mirar– corría sin descanso tomando lo que me podía servir como arma blanca. Tubos arrancados del pavimento, señales de tránsito… todo a mi alrededor era tempestad.

Estaba sola, me sentía sola. Nada más se escuchaba que el crujir del concreto, vidrios rotos y mi acelerada respiración. Por fin conseguí refugio caída la noche.

Hace unos días no hubiese creído que mi vida perfecta se convertiría en miseria de la noche a la mañana. No lo vi venir, no hubo señales, ¡es absurdo!

Me recuesto bocarriba, viendo al techo intentando relajarme.

Despierto sudando –veo el reloj– no pasa mucho tiempo cuando aquella criatura arranca el techo como si fuera de papel. Tengo miedo, pero lo ignoro. Lanzo todo lo que tengo a la mano, haciéndole nomas que cosquillas a la criatura sin rostro.

Me sujeta el monstruo con sus aterciopeladas garras, estrangulándome.

Mientras más me acerco su rostro se va revelando. ¿Es eso lo que quería, mostrarme su rostro?

Frente a frente, me doy cuenta de que su rostro es tan real como el mío. Ya no puedo respirar.

Despierto. –Pensé que era real, el miedo era real– fue entonces cuando entendí que el miedo no discrimina, de un día para otro nuestra cómoda vida puede irse al demonio y viceversa.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Ying Yang.


Recuerdo que cuando finalmente descubrí qué significa el yin yang creí que había descubierto uno de los misterios de mi vida, esa satisfactoria sensación de terminar algo que te tomo mucho tiempo. Encontrar un resultado inesperado en el momento indicado. No estoy segura de cómo explicarlo.  

Hace un tiempo dije que no me casaría, que no tendría hijos... no lo creí posible.

Entonces me enamore perdidamente de un idiota. Me enseño mucho, me enseño a no confiar en las apariencias, ni en las personas que se creen más que el resto. Como él. Más tarde, me sentía incomprendida y feliz, después de todo. Entonces apareció mi segundo amor, alguien del que no podría quejarme, siempre me dio la razón, venía a verme cada vez que podía, dejaba de hacer otras cosas para estar conmigo y pues, todo con un propósito.

No creo en el “yo soy tuya y tú eres mío”. No creo en hombre perfecto.

Creo en el amor, pero quizá no me abro a él como quisiera por miedo. Puede que parezca fría de sentimientos. Pero nadie quiere ser lastimado, seamos sinceros.

Volviendo con lo que empecé. Estaba pasando por un momento muy duro, así lo creí. Mi padre estaba cada vez más distante y amenazante que nunca, ya venían las pruebas finales, puse en juego mis amistades, perdí oportunidades. Me di por vencida cuando finalmente, todo salió mal y ya no me quedaba mucho que perder.

Justo cuando creí que nada podía ser peor, un diagnostico mato la poca esperanza que me quedaba. Cliché lo sé, pero a veces es solo eso y nada más. Un cliché.

Me di cuenta de que tenía más de lo que creía y menos de lo que esperaba. Me dije a mi misma que estaba sola, tenía que hacer algo para no morir.

Así es, matas o te matan. No con todo el significado de la palabra; es solo que debes matar el miedo para ser libre o si no él te matara a ti.

Me dijeron hace tiempo que todo ser bueno y puro, tiene algo de oscuridad. A veces maldad, a veces indiferencia… otras veces engaño. Y por el contrario, todo ser maligno tiene su lado bueno, ya sea perdonando la vida, ayudando a alguien más miserable que él o simplemente callando en el momento indicado.

Para mí eso es el yin yang.

El ultimo recurso del bien y la oportunidad a una mejor vida para el mal.  


domingo, 3 de agosto de 2014

En otra realidad. Sremaerd


Sin poder conciliar el sueño, Elia pone algo de música “Gleba” de Sleeping Bear, para ser exactos. Se oye un ruido proveniente del balcón. La chica de un salto pasa a la cocina.

 –tranquila, soy yo Paul. – ¿Qué haces aquí? –Pensé que querrías estar con alguien… la música que oyes tiene un toque de melancolía. –Estoy bien, debes irte.  –Lo siento.

Paul abre la puerta.

 – ¡Me retracto! no te vayas.

Elia se muerde los labios.

–Quédate y hablemos… destapare una botella de vino. –no bebo, pero una taza de té estaría bien.

Los dos se sientan en el sofá mientras beben té.

– ¿Por qué entraste por el balcón si sabias que estaba despierta?

Paul se encoge de hombros y susurra.

–Me pareció más divertido.

Obviando lo sucedido ambos charlan… sobre lo que vieron, un descubrimiento fascinante. Paul la rodea con sus brazos.

– ¡Suéltame! –Tranquila, no estoy intentando nada, eso solo que te vi temblando. –Es mejor que te vayas. –Ya te dije que lo siento, no lo volveré a hacer. –No lo entiendes, vete. –Explícame, luego me iré. –No quieres saberlo. –Si quiero. –Es sobre mi enfermedad. –Adelante, cuéntame.

Elia suspira porque no quiere hacerlo. –Como ya sabes, por el síndrome Kleine-Levin puedo llegar a dormir días y hasta semanas; hay pastillas para controlarlo pero no siempre las tomo. Y las consecuencias son la “sobrealimentación compulsiva y conducta sexual desinhibida” además de posible sensación de desorientación, agresividad y alucinaciones. –Eso no tiene nada de malo, lo entiendo. –No, no lo entiendes. A veces no diferencio entre lo consciente y lo inconsciente. Por eso no socializo como los demás y no mantengo relaciones a largo plazo… la gente se aburre de esperarme. –Tengo 25 años, dedique mi adolescencia y parte de mi adultez a investigaciones que todos creen que es un desperdicio de mi tiempo. Créeme, se lo que se es sentirse apartado. –Creí que tenías 24. –Cumplí los 25 hace tres semanas. Estábamos dormidos entonces.

Boquiabierta, Elia lo abraza disculpándose. Se cambia de ropa, toma su bolso y las llaves del auto.

–Ven. – ¿Qué haces? –Vamos a celebrar tu cumpleaños.

La noche, joven y prometedora los ciega. Visitan varios bares buscando entretenerse, pero no es sino en un teatro concurrido conde lo consiguen. Travestis, ilusionistas, actores, comediantes, comida y alcohol. Todo en un mismo lugar. –Ya habían bebido algunos tragos así que no tardan mucho en integrarse al show. Vergonzoso, si… pero orgullosamente inolvidable. El tiempo no está de su lado, lo que comenzó una madrugada de Septiembre, termino la tarde de ese mismo día.

19:10. Ambos despiertan en la sala de estar con un stripper, dos payasos y un Santa Claus negro.

Paul es el primero en abrir los ojos. Y con un increíble dolor de cabeza se levanta de la cama escabulléndose de lo que parecen rastros de una orgia.

Un par de horas después, Elia despierta junto con los demás. Paul preparó café y ordenó pizza. – ¡vaya noche! Expresa uno de los payasos –oh sí. Afirma Santa Claus.

A las 22:00 solo quedan los que empezaron todo.

–Y bien… ¿Qué tal pasaste tu celebración de cumpleaños? –Fantástico, es lo mejor que alguien ha hecho por mi jamás. –Es lo más divertido que he hecho despierta. – ¿A qué te refieres? –Si te quedas a dormir esta noche, te mostrare.

Mirando su alrededor Paul dice –ya es de noche.

Elia aguanta la risa sin éxito. Ambos ríen como si hubiese sido gracioso… nervios quizá. Recuperando el aliento Elia responde.

–ok, tienes razón. Lo que quise decir es que si dormimos juntos hoy, te mostrare.

Unas cuantas tazas concentradas de manzanilla más tarde, comienzan sentir sueño.

Amarrando su muñeca a la de Paul dice –Esto es para que estemos en el mismo sueño… sé que parece infantil, pero funciona.

–Te creo.

Se toman de las manos y pronto se quedan dormidos.

Despiertan en el mismo departamento pero en la sala, en lugar del dormitorio.

– ¿a dónde quieres ir? –No lo sé, es tu sueño. –Es nuestro sueño, ambos podemos intervenir. –Muéstrame tu primero e intentare seguirte.

Ella abre la puerta, para ir a otro lugar. Una playa de Islandia.

–es imponente. –me gusta venir aquí. –Ya veo por qué. –es tu turno, solo imagínalo y aparecerá. –vayamos a la orilla.

Las olas heladas impactan suavemente en sus tobillos. Caminan un poco buscando algo. Y es entonces cuando sus mentes crean una pequeña habitación junto a la playa, solo con una cama y un Home Theatre. El paisaje, la calidez de los nacientes rayos de sol los inspira, los relaja… los desnuda. De la playlist comienza sonar la versión de Greg Laswell de de "Girls just want to have fun" Nada más se necesita. Elia se arquea de placer mientras, sobre ella, Paul hace lo suyo. Y sí que sabe lo que hace.
Suena "The Poet" de U137.

Después de un oral, no basta solo tener sexo... hacen el amor. Tan lento como un angel se convierte en un demonio, tan puro como la risa de un niño, tan placentero como no tener preocupaciones y ser libre, tan infinito como un deseo.

Paul –Siempre me dijeron que no existían los finales felices en el mundo real.
Elia –Entonces tenemos suerte de no estar en el mundo real. Dice mientras se acerca para besarle la frente.



viernes, 1 de agosto de 2014

Cartas a Evan.


Debo admitir que fueron unas hermosas y surrealistas dos semanas. Evan, contigo hasta la desgracia se convierte grandes experiencias. No lo sé… hay algo en ti que me hace querer soñar. ¡Soñar y escribirte!

Aunque nuestra visita a aquel bar de copas fue lo más normal de nuestras vacaciones juntos, en ese momento, no sentí magia… pero sentí algo mejor. Sentía que el tiempo ya no importaba y, sinceramente no sé cuánto tiempo estuve enamorándome de tu mirada, de tus ojos pardos que no puedo sacarme de la cabeza. Tu despreocupación, mí acelerada respiración. Aquel hombre que logro lo que pensé, era poco probable. ¿Matt Waltters? Era su nombre, no estoy muy segura. Ese hombre que con su música me hizo desearte cada segundo de sus piezas.

Dije que no quería enamorarme. Tal  vez no lo estoy, tal vez tu eres mi tentación y me estoy dejando llevar. ¿Por qué lo haces Evan Tier? ¿acaso te place verme rendida a tus pies como una niña ingenua? A mí me encanta, me encantas.


Sonara trillado pero, me drogo pensándote y me recupero escribiéndote. Eres mi vicio, de esos que solo existe una vez y sin importar si esto sea real o no, duradero o no, lo habré vivido. Con eso basta.

Sobre tu propuesta… lo he pensado.  Llevamos casi dos años escribiéndonos y viéndonos de manera intermitente. Tal vez dejar mi casa e irme contigo a Miami funcione.

Pero como ya sabes, soy una persona poco estable y tú una persona propensa a los cambios bruscos de ánimo.

No creo que vivir juntos sea una buena idea, no ahora.  Pero prometo estar más cerca de ti.


                                                                                                       Eliana.