sábado, 6 de febrero de 2016

Querida anarquía

19:44 hace unos minutos empezó el toque de queda y es el momento perfecto para que mis chicos y yo salgamos a dar un paseo.

Bajo por las escaleras de emergencia sin dejar rastros ni llamar la atención, ventaja de tener pies ligeros. Cada aproximadamente 50 metros una persona más se agrupaba con nosotros, todos éramos muy buenos en algo, diferentes, excluidos y rechazados por la sociedad. La desobediencia a las reglas era todo un placer.

Esta noche le jugaríamos una broma al gobierno.

02:52 las cuentas de los corruptos del régimen habían sido vaciadas y depositadas a una cuenta fantasma y entonces a la cuenta de todos los ciudadanos que habían sido estafados. No tenían nada, solo les quitamos lo que el poder les dio: avaricia.

Ansío ver las caras de todos esos cerdos gordos revolcándose de ira. Preguntándose ¿quién pudo hacerlo? Imagino que comenzarán a sospechar de ellos mismos, ¡resucitaran las cruzadas! Rodaran cabezas por los pasillos del corrompido parlamento. Prepararé la champaña para cuando ese momento llegue.

Primer paso para la reconquista del país. 6:59 un grupo de cerdos va a desayunar a su extraordinariamente costoso restaurante favorito. ¡Se han dado cuenta de que sus tarjetas no son más que plástico! Antes de la hora del almuerzo, en las noticias se mostraba el caos que habíamos causado. Una obra de arte, hermoso.

Nosotros empezamos como un pequeño grupo de hackers, luego se fueron añadiendo más rebeldes. Somos como sombras en la noche, casi imperceptibles.

Voy camino a mi casa cuando veo autos negro mate estacionados en la acera, todos conocidos. Cuando pasé por la puerta había máquinas de humo en la sala y una luz roja que se impregnaba en todas las paredes, objetos, rostros… y además, sonaba “nightcall” de Kavinsky. Le daba un ambiente al lugar muy de película retro, sentía que de a ratos las personas parecían bailar en cámara lenta. Podía escuchar mis latidos al ritmo de la música, unas manos alrededor de mi cadera, unos labios besar mi cuello, una respiración tan cerca que me da escalofríos, pero no de miedo, era diferente. Sensual, fantástico.

Susurró – ¿sabes cuál es la diferencia entre el amor y la obsesión? Cuando iba a responder me besó como nadie lo había hecho – ¿quién era éste extraordinario desconocido y por qué me escogió a mí? –oh vamos, la señorita anarquía ¿ya no me recuerda? –joder, quisiera decir que sí, pero no olvidaría su manera de tocarme.

Tres meses después. Se convoca a elecciones presidenciales, al parecer algo los había asustado demasiado como para seguir en el poder, pero ¿qué podría asustar a mafiosos disfrazados de políticos? No lo sé,  pero no me quejo.

La tarde en que se dan los resultados de las elecciones, la señorita anarquía siente que toman su mano y, cómo olvidar esa manera tan particular de tocar. – ¡Eres tú de nuevo! –Shh solo bésame –No hay nada que desee más –Lo siento si no te dejé mi nombre la otra noche, no quería que te interpusieras en mi plan por sacar al gobierno del poder. – ¿Cómo es eso posible? –No eres la única que decidió hacer algo cuando nadie más quiso. La diferencia entre nosotros es que yo trabajo solo, soy invisible, ni tú sabes quién soy. –no te alejes de nuevo, quédate. Ella se coloca de espaldas para ocultar su entristecido rostro –señorita eso no es una posibilidad ahora – ¿por qué no? -silencio absoluto- hay una nota en el suelo. 
                                 
–Nunca estuve aquí.


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