martes, 4 de noviembre de 2014

En cuatro paredes, Zemansky.


Ella se arrodilla y baja su cremallera.

– ¿le molesto si continúo? –proceda señorita Damone. –ya que se encuentra cansado, procederé de forma lenta y continua. – ¿con sus labios o con toda la boca? – ¿podría indicarme su preferencia? Él levanta la mirada y argumenta – ¿por qué no ambos? –Su orden es mi deseo.

Tras unos minutos de un extaciante trabajo oral, Mia se coloca a horcajas sobre el regazo de su mentor quitando delicadamente su pantalón. Él introduce su miembro –la obligare a sentarse en repetidas ocasiones con el movimiento que usted quiera. –no será obligación, ya que estaré complacida.

Él se levanta y se coloca frente a ella, cargándola y penetrándola, simulando un salto a la vez que estimula la emoción y placer dentro de ella. Cansados, jadean, pero quieren aún mas –planteo un 69 invertido, estando parados.

Sin esperar aprobación, continúa. Franz parado normalmente, la sujeta por la cintura estando de cabeza, mientras ella juega a hacerle cosas a su miembro y él introduce su lengua en la vagina de Mia, mientras cesa por unos segundos para besársela. –Señor ­­Zemansky debo admitir que ha superado mis expectativas. –es su turno de decidir qué haremos después de nuestro 69 acrobático señorita Damone. –Pues, ya que esta creativo, me gustaría probar algo solo si a usted le parece mi señor. –con el mayor gusto del mundo. ¿Qué tiene en mente? – No sé si quiera experimentarlo señor Franz, puede que sea un poco doloroso. Pero valdrá la pena si de placer estamos hablando.


Él se imagina lo que pasa por la mente de su colega y acierta. Sexo anal.

Franz – ¿cómo le gustaría que me moviera allá adentro? –en principio señor, lentamente. Luego la fuerza y velocidad la impondrá usted en mí.

Él se apodera totalmente de la situación, tomando el control del cuerpo de su amante; sujeta sus nalgas mientras la penetra y unos momentos después, se inclina para con sus manos tomar sus pechos. –le molesta mi atrevimiento si yo… ella niega con la cabeza y rápidamente responde –mi señor, recuerde que estoy a su merced. ¿Por qué he de molestarme?  ­Zemasky procede a estimar con su mano el clítoris de la chica.

Mia gime fuertemente pronunciando el nombre su compañero sexual. A la izquierda del sillón hay una mesa de patas largas que sirven de inspiración para ella. Saca su bufanda del bolso y se la da a Franz –supongo que sabrá qué hacer con ella mi señor. –por supuesto que lo sé.

Amarra suavemente las muñecas de la chica a la mesa. Antes de que él se aleje para penetrarla ella lame su cuello en puntos específicos, aumentando el placer. Franz baja desde sus brazos, besándola, pasando por su boca y cuello. Se entretiene unos momentos con los pechos… lamiendo sus aureolas –fuertes gemidos– pasando la lengua por sus pezones, mientras con la mano derecha hace travesuras en su entrepierna.

Luego desciende dándole besitos desde el abdomen hasta la vagina, e introduce su lengua haciéndole un buen oral. La chica jadea de cansancio… y placer. Con un dedo él juega de arriba para abajo; cuando la siente más húmeda introduce los dos dedos y hace lentos movimientos circulares.

Ella irrumpe con su voz – ¡oh dios mío, que placer tan increíblemente satisfactorio! Me excita mi señor, y mucho. Él cesa el estímulo de manera casi súbita para dedicarle una mirada poderosa –esa es la idea señorita, que sienta mucho placer. – ¿he hecho un buen trabajo mi señor? Franz le dedica lo que parece ser una tímida sonrisa –ha sido excelente.

El recorrido del miembro dentro de Mia es suave con movimientos ondulatorios, mientras la mira a los ojos que al igual que los de él, están rebosantes de excitación. Los gemidos hacen que gradualmente aumente la velocidad y el movimiento. –Usted si sabe complacer a una mujer señor Zemasky, él levanta la mirada – eso espero señorita, que lo disfrute demasiado. Sin sacar su miembro, se inclina masajeando eróticamente sus pechos y lentamente con un recorrido casi infinito, llega a su boca para besarla al ritmo de lo que acontece en la parte inferior.

Dando entrada a un tercer orgasmo. Mia cierra los ojos gimiendo aún más fuerte, definido; él por su parte con un permiso visual, se corre dentro de ella y cansado se tumba sobre ella. –oh señorita Damone. Ella no hace más que rodearlo con sus brazos. Con un beso se quedan dormidos hasta la mañana siguiente.


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