viernes, 24 de abril de 2015

Aquí y ahora

Cada página de nuestro libro comienza, tiene un desenlace y una conclusión.

Me despierto preocupada por una llamada que olvide responder la noche anterior. Tras algunas suplicas logro retomarla con condiciones de por medio. A los pocos minutos, llegan por mí y subo al auto… atravieso la puerta de la universidad, me percato que soy la primera del grupo en llegar, así que busqué un sillón para leer un libro y enseguida alguien dice – ¡Annie, hola! Cerré mi libro e igualmente salude. Una de mis profesoras se retrasa y me da tiempo para charlar con mis amigas del otro curso, pasa el tiempo rápidamente.

Ya es mi siguiente clase.

Una discusión inesperada. Parecía que una de mis compañeras tuvo un malentendido con la profesora y por buena o mala suerte, el problema se hizo público.

Al acabar la última clase, llamé a mi mejor amiga que me había invitado al cine. Al principio me negué porque quería pasar tiempo con mi novio pero, él ya tenía planes así que yo hice los míos igualmente.

Seis estaciones más tarde salí del subterráneo, para conseguirme con ella unas cuadras más allá.

Típico que no la encontraba, así que opte por llamarla por cuarta vez.

Cuando ella me contestó ambas nos vimos a dos extremos opuestos… digamos que, nos conocemos hace mucho y corrimos para saludarnos como si se tratara de un campo de flores, cámara lenta y música de fondo. –No es tan extraño como parece – Frenamos para no chocar y nos reímos junto al resto del grupo.
A partir de ahí no pasó nada relevante… excepto tal vez mi reacción a ver a una chica con una playera de mi banda favorita y que el estúpido cajero automático no colaboraba ante a prisa que tenía.

Entramos a ver Kingsman the secret service. Magnífica película –para mí–.
Al salir, le avise a mi novio que ya estaba de camino a casa y pues, seguía enfadado. –Está bien. Fue mi respuesta. Estaba feliz y con las personas que consideraba de una u otra manera mi familia.

Nada podía arruinar el momento. –creía yo. Aquí 

Subimos al auto, J. Patricia, Mikka y yo junto con el hermano de mi amiga y cantamos una canción de una banda local hasta que me dejaron en casa.

El ambiente no había cambiado, abrace a mi madre y a mi hermano, a mi perro también. – ¿Una botella de vino? –tal vez después. Le respondí a mi madre mientras le hago muecas a mi perro.

Me despojo de las prendas con las que había estado todo el día y enciendo mi laptop para escuchar a mi banda de la semana.

Magic Man.

Y el día aún no termina... es más, a penas comienza con “It all starts here”. 




domingo, 19 de abril de 2015

Las cartas del cuervo

A penas estaba empezando la noche en el Bar más visitado del vecindario.

Se trataba del bar Lucky Number. Su nombre se debe a que el dueño abrió el bar con el dinero de la lotería que había ganado unas semanas antes de su inauguración.

23:46

La música indie estaba de moda en el sitio, así que se oía “Ho hey” de The Lumineers más allá de las paredes.

Los alaridos de los que bebían y cantaban atrajeron a un hombre de cabello negro y vestimenta oscura. Ojos impenetrables de color glacial. Un asesino a sueldo que iba a menudo por información. Se acerca a la barra y pide un whiskey doble. –Hey! Leo ¿Cómo has estado? Hace semanas que no pasabas por aquí. –lo sé Sam, sabes cómo trabajo, puede tomar horas o días… todo depende del cliente. –Yo te enseñé todo lo que sabes, no me vengas con excusas, soy tu tío y la familia no se olvida. Una horda de hombres con cerveza vieja se acercan con sigilo a Leo. –No todo lo que sé me lo enseñaste tú, tío. –Tienes razón. Sam hace una señal y los hombres vacían el balde sobre Leo. –No te enseñé todo. 

Risas inundan el lugar, incluyendo la de Leo.

Le pasan una toalla y una carta con su próximo trabajo en un sobre. Él agradece por el buen rato y se marcha.

4:18.

Llega a casa a ducharse y deja el sobre en su cama.

Leo no es un asesino a sueldo cualquiera, su modus operandi radica en llenar un libro con frases  y memorias de las personas que pierden la vida en sus manos,de manera rápida y no tan dolorosa como podría ser. Los clientes suelen ser suicidas que han fallado en el intento de quitarse la vida o personas que no quieren que sus familias se sientan culpables del suceso.

El libro contiene acotaciones e historias de manera cronológica y su grosor depende del cliente.

Leo sale de la ducha y mientras se viste lee el sobre. Al terminar la lleva al comedor, donde tiene una pequeña chimenea. La hoja de papel arde hasta reducirse a cenizas.

La carta es del puño y letra de su tío. Él trata de no abrumarse, toma el desayuno y enseguida va a la casa de Sam para su primera visita. Todo para asegurarse de que el contenido de la carta es cierto y sigue en pie. Tras comprobarlo Leo vuelve a casa para comenzar a escribir el libro.

Dos meses y 282 páginas más tarde. Sam está más que confiado de que su sobrino lo conoce mejor que nadie.

Mientras su tío termina el libro, vuelve a su viejo trabajo de francotirador nocturno, matando hombres y mujeres que malgastan su vida en la corrupción y los homicidios por placer. Disparos limpios a la cabeza a personas que nadie recordaría o lloraría. 

Los pocos testigos que lograron ver su silueta lo describían como un cuervo casi imperceptible. –Y acabó por llamarse así–. Él dejaba cartas aterciopeladas sobre sus objetivos con alguna cita que describiera el estilo de vida del cadáver. Una de ellas fue “los que no aprecian la vida, no merecen vivir”.

Esa misma noche fue a casa de su tío y se percató de que el somnífero había surtido efecto. Dio un golpe firme a la yugular y el pulso de Sam desapareció. Sobre él dejó el libro y una carta aterciopelada color bermellón.




“Los héroes mueren siendo honorables pero sus ideales casi siempre son incomprendidos” 



miércoles, 15 de abril de 2015

Verdugo

18:54

Pasan tres días de reposo en el hospital para Val, una ciclista urbana de 21 años que se fractura ambos brazos en un accidente a unas manzanas de su departamento.

Se decide a llamar a alguien del hospital que la ayude con su aseo.

Recepcionista  –solo queda un chico para el servicio de aseo personal. –puta vida… ya que. Casi una hora más tarde, llega un muchacho contemporáneo a su puerta. Toca tres veces. – ¡un momento! La chica abre la puerta como puede.

Momento incomodo.

Se rompe el silencio cuando Chris habla –ammm  ¿comienzo?  Ella responde dudosa –sí. Levanta los brazos en señal de “quítame la blusa” él procede y quita el brasier. Ella desvía la mirada y humedece sus labios. Baja los shorts de la chica y luego su ropa interior. –voy a… Ella no lo deja culminar la oración y responde de manera cortante  –comienza.

El chico recoge sus cosas para irse, ella le sonríe sin ganas y de un portazo lo despide.

Al día siguiente es lo mismo, al siguiente lo mismo y así por tres largas semanas hasta que al cuarto día se alargó su conversación… ella se sentía atraída por él y viceversa. Pronto iban a quitarle los yesos a Val.

La noche antes de la cita médica ella lo invita a pasar, le ofrece una gaseosa y un trozo de pizza. –Yo pensé que íbamos a… Ella se acerca a una distancia pecaminosa de sus labios. –Solo calla y come, no he terminado de ver Game of Thrones, acompáñame. Ella esconde su sonrisa pero él logra descubrirla, le devuelve la sonrisa y ambos bajan la mirada sonrojados.

Termina el primer capítulo de la quinta temporada y su expresión de sorpresa es tan literal que él la toma por el mentón y le cierra la boca.   

Val se levanta del sillón y se dirige hacia el baño. Él toma sus cosas y va hacia la misma dirección.

Ambos en la misma situación de las últimas semanas. –confío en ti, mas no confío en mí en estas condiciones. Él se sienta a su lado y responde –deberías.

Antes de él quitarle la ropa, Val lo rodea con sus brazos enyesados y le besa el cuello, al tiempo que las respiraciones aumentan la velocidad. Chris la levanta, le besa el cuello acompañado de caricias en la espalda.

Momento exacto en el que ella gime de placer, aun con ropa y deseando placer carnal, Chris le dice al oído –eres un ángel más en este mundo, este mundo no te merece.

Ella se queda interrogante al momento que recibe un beso en la mejilla; en fracciones de segundos le corta la garganta. –Los ángeles merecen el paraíso.

Mejor conocido como el verdugo de los angeles, el chico toma todas sus cosas y se marcha tan silencioso e incognito como llegó...




sábado, 11 de abril de 2015

Cartas a Evan

Hola Evan. ¿Cómo has estado? Hace un largo tiempo no te escribía… te preguntaras por qué lo hago ahora.

Creo que yo también me hago la misma pregunta.

En fin, quería comentarte algo que una vez hablamos en una de esas madrugadas que amanecíamos dopados de sobriedad e inocencia. –Aquellos tiempos– No sé si lo recuerdes; aquella noche que viniste a mi como cachorrito perdido, tal como yo hice repetidas veces contigo. Ese dia en especial algo pasó, algo hablamos que cambio parte de mi manera de ver la vida.

Estábamos escuchando “Don’t you remember” de Adele, estoy segura. Luego de horas hablando me deje caer en el suave regazo del tapete del salón. Me preguntaste –si pudieras escoger tu manera de morir ¿Cuál sería?

Me dejaste sin palabras, al cabo de unos minutos logré entrelazar las palabras –Algo infinito en lo finito. Tu respuesta fue tan inesperada como mi reacción. –para romper las reglas hay que conocerlas. Sabíamos que nuestra conversación no tenía coherencia pero… son divertidas ¿no? Mi reacción fue apagar todas las luces y buscar un par de linternas. – ¿qué estas planeando? Me preguntaste. Yo encendí ambas linternas y te dije –la apagarás cuando estés listo. Supuse que me habías entendido… pues, siempre lo haces.

Nos acostamos en el suelo con ambas linternas iluminando ligeramente el techo. Respondí a tu pregunta seguido de un profundo suspiro.

Si me dijeran que solo tengo 72 horas de vida, me relajaría lo más posible, para poder despedirme de todos los seres a los que amo que no son muchos, por cierto luego me iría a un lugar alto y lleno de vida.

Una montaña ¿por qué no? Donde pueda ver el horizonte, sentirme ligera.

Pondría el playlist de mi música favorita, llevaría mis tres platos favoritos y una botella de vino. Luego echaría a volar mi imaginación; traería todos los recuerdos de las miradas sinceras y cálidas que por más que intente no encontraré de nuevo. Pensaría en la gente que hizo de mi vida una vida no convencional. Monologaría sobre aquellas personas que me enseñaron a amar. Reiría de las cosas que viví con mi familia y mis amigos. Finalmente cerraría los ojos para no abrirlos nunca más. –Luces fuera

Tal vez uno de mis últimos recuerdos seria de aquel día en que volví a nacer entre tus brazos Evan. –cuando me encontraste.

Cuando te susurraba –te he estado buscando día y noche. Y tu me reprochabas que eso era imposible. Que una persona como yo solo buscaba lo seguro. Y no te equivocaste.

Yo en ti veía seguridad; sabía que contigo iba a aprender, no solo a vivir sino que aprendería a morir, morir en salem… porque la muerte es lo único seguro en la vida.

Para ese momento te habrás dado cuenta de que la luz de la linterna se habrá apagado y entenderás lo que parecía no tener sentido en aquel momento.


Espero verte pronto.

 Eliana.