viernes, 30 de enero de 2015

Encontrando el silencio

Solo en la mente se puede concebir lo infinito y lo increíble.

Nunca nada es lo que parece, la mente puede hacernos creer algo diferente a lo que nuestros ojos ven. Puede hacernos creer que matar está bien, que el amor no existe. Como también nos puede hacer creer que podemos salvar a alguien y que el amor lo puede todo.

Dicen que solo unos pocos nacen con un don especial. Y ¿qué hay de aquellos que no nacimos con ese dichoso don?

¿Nos resta importancia?... 

Perdiendo esperanzas se encuentran emociones que nos llenan el alma, con destellos que brillan de felicidad y confeti hecho con retazos de sorpresas.

Atrapando deseos con las manos y volviéndolos realidad, apagar el fuego con una lágrima se vuelve posible. Toda una metáfora,  aunque “a veces hay que mentir para llegar a la verdad”. Sé que es cierto, pero no quiero vivir a base de mentiras y ser infeliz con la verdad.

Hay cosas o situaciones que tal vez deberían quedarse en lo desconocido.

Hace dos noches, hablé con el hombre más intrigante que he conocido en los últimos siete meses y la confianza había llegado a tal punto que comenzamos a discutir por algo personal y todo terminó tan bizarro como empezó.

Él cantó hasta dormirse. Y como un bebé luego de una rabieta, no sabes cómo, pero no puedes dejar de amarlo. Sabes que no hay nadie como él, quizá mejores y por supuesto peores. Pero nunca igual.

Sé que si algún día lee esto, no sabrá que me refiero a él –aunque sería perfecto, de ser así– Quiero ser buena para él, pero no basta. 

Comienzo a cuestionarme a mí misma.

Una melodía apocalíptica se oye de fondo “Finding silence” – Circadian eyes. Siento que caigo y no cesa la sensación.

Como un mantra repito sin parar –no tengo miedo. Y tal vez no lo tenía, pero como mencioné, sólo en la mente se puede concebir lo infinito.



sábado, 24 de enero de 2015

Viernes por la noche

“Como una nada sin posibilidad, como una nada muerta después de apagarse el sol, como un silencio eterno sin futuro ni esperanza: así es interiormente el negro” dijo Wassily Kandinsky.

Y ¿por qué esa descripción? Simple, un sentimiento que se alberga en las sombras de personas con más fortaleza de la que pensamos, un deseo que sólo los paganos conocemos, una palabra que cuando rara vez la pronuncias te supera en peso y tamaño.

Una madre dijo a su hija una vez –Con tu hermano sé que he logrado algo pero contigo no lo hice bien, definitivamente te perdí. Ya no sé quién eres. Al cabo de una o dos horas su madre parecía haber olvidado lo que dijo – ¿cinismo? –

Kandinsky fue muy sabio.

¿Pero acaso esas sombras eran más oscuras en ciertas personas con inquebrantable fortaleza?; ¿eran los paganos los que no temían al lado negro de la vida?; ¿esa palabra cual era?

Susurros pueden resultar tanto placenteros como aterradores, hay caricias que rozan tu alma y otras que rasguñan tus pensamientos. Las diferentes culturas representan una manera de vivir y ver el mundo. La muerte es una bendición para aquellos que sufren y representa un punzante dolor para aquellos que amaron de verdad.

Quisiera que alguien me dijera con una mirada –vayamos contra el mundo.

Una voz me causa escalofríos y eso no es necesariamente algo malo. En el momento mas oportuno, el hombre que susurra mi nombre en la oscura noche provoca en mí aquello que anhelaba.

Besa primero mi labio inferior y luego presiona con suavidad los suyos con los míos mientras lentamente nos dejamos llevar, añadiéndole un poco de sensualidad, su lengua danza en la recamara prohibida que refugian mis labios. Posa su mano en mi rosto y la otra en la nuca.

Se separa un poco –creando tensión– me mira a los ojos, abriéndose paso sin miedo a lo que esconden.

Sabes cuándo alguien está por cambiar tu vida cuando las palabras son una formalidad, las miradas hablan y los labios saben a dónde ir.

No tiene que ser el correcto, solo sé que mientras dure no habrá quien nos detenga.

4:47 minutos pueden cambiar tu humor con un poco de fuerza de voluntad.

Cuando alguien que amas no está, nada te hace más triste que extrañarlo y nada te hace más feliz al recordarlo. –sonrío sutilmente–. A veces las lagrimas son las mejores para descargar emociones y luego de eso, solo amar. Suena anticuado, lo sé. 

–Gracias.

– ¿Por qué?

–Por tomar mi mano cuando nadie mas lo hizo.





lunes, 19 de enero de 2015

¿Carta suicida?

Salgo a caminar pasadas las 0:28.

Ese instinto asesino que te quita el sueño y te sube la adrenalina al máximo, es el responsable de muchas de las razones que te hacen actuar sin pensar. Gente aduladora que dice comprender por lo que estás pasando sólo empeoran tu estado de ánimo.

–Ese instinto se agudiza–

Tiemblo, mientras la indiferencia de la gente me enfunda. Me cubren de pies a cabeza. A lo lejos suena Lilitu de “Blueneck”. La gente ignora lo que expreso, lo que pienso no basta –sonrío falsamente– tal vez porque en el fondo sé lo que piensan.

Ahora sólo quiero volver a donde empezó todo, aunque sé que es imposible. Los odio a todos y de pronto me odio a mí misma. Quiero matarlos y luego deseo no estar aquí... escribiendo esta carta.

No sé si me entiendan, pero realmente no me interesa. –Respira y tranquilízate– pienso. A la vez que las lagrimas hacen un esfuerzo por salir, pero no tienen éxito.

Aquello que me motivaba a hacer cosas increíbles ya no existe –dime, ¿qué hacer?– no hay respuesta de mi subconsciente.

Ansiedad, frustración, molestia. La triada perfecta que describía mi manera de actuar. A veces la gente habla y es cuando quiero, calmada y sinceramente decir –no me interesa– largarme y sonreír orgullosamente.

“Me ha costado cogerle el gusto al sueño” me dijeron. Fue entonces cuando recordé que como decían mis maestros “dormir es para muertos”. Y si es así, para qué recurrir al suicidio si ya estás muerto por dentro.

“Vive tu vida y no bases tus acciones en lo que opinan los demás”. La humanidad apesta, pero no puedo cambiar lo que soy... y amo lo que soy, a pesar de que no esté precisamente orgullosa de lo que me he convertido.

Pero puedo sobrevivir.





martes, 13 de enero de 2015

Mentes feroces


“¿Matar o dejar vivir?” Me preguntó una persona que se presentó en mi despacho sin avisar. El aparentemente encantador ser que tenía a 60 cm de mi yugular era en realidad uno de los criminales más inteligentes que había conocido. Y ahora mi paciente más fiel.

Finalmente, intenté calmarme y ordenar mis ideas. Un amor prohibido irrumpe en mi mente como flecha en el cráneo –rápida y dolorosamente–. Tonadas de canciones reviven en mi esa sensación de libertad, me recuerdan que nadie me posee.

De un segundo a otro mi lado predador sale a dar una larga bocanada de aire contaminado de tensión, jugaba con la mente de su víctima a través de mí, me sentía culpable y orgullosa a la vez. Quería eliminar a alguien; más tarde besarlo con absoluta pasión.

Destrozaba mí alrededor. Ignorando y pronunciando palabras audaces que me daban la razón en ocasiones que creía que la batalla estaba pérdida. Me sentía poderosa.

Pasada la medianoche caí súbitamente en el mar negro de la realidad. Eso que hace segundos me hizo sentir fuerte, en menos de un minuto me haría sentir insignificante como una estrella menos en el cosmos.

“Es por tu bien” dicen. Algunos escuchan, otros actúan. Es decir, ¿Qué harías? si te dijeran que un dios creó el mundo y un par de horas más tarde, lees que el universo fue creado por el choque de dos partículas. Que hay una vida después de la muerte y luego que nuestros días en la tierra son realmente una visita al infierno. Si te dijeran que hubo monstruos que mataron personas inocentes y luego descubres que el mayor monstruo eres tú como ser humano.

 Quieres ser recordado, pero no tuviste la decencia de tomar en cuenta aquellas personas que se merecían una pizca de tu atención.

Un psicópata me dijo hace unos meses que, el arrepentimiento es absurdo. – ¿Por qué lo hiciste si no querías? Y ¿por qué te retractas si para ti era lo correcto en ese momento? Le di la razón e imagine qué pasaba por su mente. Dinero, éxito o la atención de las masas. Eso es lo que muchos quieren ¿no? Una máscara indiscreta hace la diferencia entre el bien y el mal.

“Entonces… ¿Cuál es tu respuesta?”

–Dejar vivir.

martes, 6 de enero de 2015

Pecadores por excelencia


Sesión #39: adictos al sexo.
Confesiones de una chica.
Edad: 25.


Hola a todos, hace un año que vengo a estas sesiones y hoy quiero comentarles cómo comenzó mi adicción.

Estaba por mi cuenta mientras terminaba mi carrera de universidad; cuando me gradué conocí a un chico en el trabajo, el típico galán rebelde. Desde el primer día me convencí de que no tenía oportunidad con él y me atrevería a decir que sospechaba acerca de su preferencia sexual.

Tras un año en la empresa y aparentemente soltero, le hablé. Eso dio inicio al primer noviazgo que en verdad disfrutaba.

El sexo era maravilloso, probábamos posiciones del Kama Sutra como prendas de ropa hasta encontrar la ideal, jugábamos con nuestra imaginación para representar roles dominantes… y por qué no pasivos.

Un día él tuvo un accidente, no pudimos tener relaciones y él me dijo –Abrir tu mente, la fortalece. Los miedos pierden volumen conociendo más acerca de ellos. Pero yo escéptica, decidí dejarlo. Después de eso perdí a mis dos amigos más cercanos por acostarme con ellos –no entendía por qué–.


Ocho meses más tarde, me lo encontré en un café. Me saludo y no pude evitar que mis piernas temblaran al oírlo. En seguida vino a mi casa… le quite la camiseta y antes de subirme la falda me corto el aliento con una pregunta – ¿volvemos a empezar? Y le conteste que sí, con la condición de que me enseñara a madurar.


Fue un trueque. Él sería mi única familia y yo sería su aprendiz.

A partir de ahí nos enamoramos de otro fetiche (amo-esclavo).


Estábamos acostados en la alfombra de la sala y me dijo –me asusta lo rápido que pasa el tiempo. Yo le contesté –dicen que la esperanza es lo último que muere. A lo que respondió con una pregunta - ¿quieres ser mi esperanza? Eso terminó en largas horas que pasaron a la velocidad del sonido de nuestros susurros y gemidos. Como había dicho, el tiempo pasó rápido.


–quise hablar acerca de ti, de mi... sobre lo que nos ha separado y lo que por algún motivo nos unió. –y henos aquí. Me dijo mientras rodeaba mi cintura.


Todos nuestras discusiones las arreglábamos con sexo, en nuestros aniversarios probamos algo nuevo en diferentes lugares del mundo. Así fue que una noche en soledad le pregunte a mi subconsciente – ¿Cómo has vivido tanto pero no has aprendido nada? –Me respondí en voz alta– la verdad es, que si había aprendido mucho y no lo cambiaría por nada.


Soy adicta al sexo hace casi 5 años y mi nombre es Eva.