viernes, 29 de julio de 2016

¿Dónde estamos?

20:10.

Estábamos cenando Batikoff y yo, sin ánimos, sin muchas palabras.

Hablábamos de ir a alguna parte que no hayamos visitado antes, de conocernos más y de hacer locuras… como robar un banco, tal vez.

Al cabo de unos minutos sonó el teléfono y ambos nos miramos las caras como diciendo – ¿Quién molesta a esta hora? – Entonces contesté y escuché una voz infantil, imaginé que era un niño de 9 años aproximadamente –Hola ¿recuerdas con quién pasaste las vacaciones el año pasado?– ella piensa un momento y responde – ¡claro! Te recuerdo– el niño guardó silencio unos segundos antes de responder –No soy esa persona, llamo de parte de esa persona. No se encuentra aquí ahora, pero me pidió que te diga que los busques, él te necesita ahora–.

Cuelgan el teléfono del otro lado e instantáneamente ambos recibimos un texto de un contacto desconocido, sin nada más que números.

Batikoff preguntó – ¿ahora en qué nos metiste? – Abby respondió –en algo nuevo ¿no querías divertirte? Él dejó caer su tenedor en el plato, sorprendido – ¡Son coordenadas! Y nos llevan a la frontera, mujer ¿sabes lo que pasa en la frontera? – Ella se encogió de hombros intentando buscar el lado bueno –algo… ¿divertido? – Él suspiró –está bien, vayamos– la chica se levantó para abrazarlo. – ¡Yay, iremos a la frontera! – Él la miro por el rabillo del ojo –si muero, quedará en tu consciencia Abby– ella ladea su cabeza diciendo –si morimos, querido Batikoff no tendremos consciencia– concluyó con un beso al aire.  

Batikoff tomaba una ducha al tiempo que pensaba en el viaje que estaban a punto de emprender. Pierde la noción del tiempo bajo el agua, muchas cosas pasan por su cabeza justo ahora, entre ellas Abby, que no es su novia, no es su familia, no es su mejor amiga solo alguien que de una manera u otra, lo complementa.

Abre la puerta y he ahí la sorpresa de encontrarse con Abby –Lo siento, Rob (Batikoff) yo solo… iba a preguntarte qué querías cenar– Él se acerca hasta estar a centímetros de ella –A ti– ella lo mira a los ojos –Rob ¿estás bien?– Batikoff la carga colocando ambas manos en sus nalgas y besando su cuello –Rob… no deberíamos– él se vuelve hacia ella, llevándola a la cama –romperlas reglas siempre se siente bien–. La desviste como si de un arte delicado se tratase, sin embargo el deseo sexual es mayor. Abby comienza con una felación, preliminares nomás. Rob la voltea hasta colocarla frente a él – ¡AH! – Rob no para, solo cambia el ritmo de la penetración – ¿Eso te molesta Abby? – ella cambia de la clásica posición en cuatro patas a una más… provocativa. Baja sus brazos hasta apoyarlos por completo en la cama y levanta un poco más los glúteos –Soy tuya, sabes cómo me gusta Rob– él la toma por el cabello y coloca su otra mano en la cadera de la chica –Si, lo sé– penetra con fuerza y con ritmo desigual.

Él está a punto de llegar al orgasmo y Abby lo sabe. Ella se levanta y toma un par de esposas que estaban bajo su almohada – ¿qué estás haciendo Ab…–  cubre su boca con una mano mientras introduce el pene de Rob dentro de ella, ahora cubre su boca con ambas manos y con movimientos de cadera, subiendo y bajando se apodera de la situación. Abby quita ambas manos de la boca del chico para sacar un flogger, él ve sus intenciones y actúa rápido. La coloca boca abajo contra la cama, con su mano izquierda sosteniendo la cabeza de Abby y con la derecha toma el flogger, los primeros latigazos son algo dolorosos pero resultaba ser un castigo excitante, Abby se estremece y se retuerce de placer –te gusta ¿no Abby?– Esta distraído, ella ve la oportunidad. Abby se va sobre él, rodeándole cuello con el flogger, pero evidentemente él es más fuerte y se coloca sobre ella para finalmente penetrarla hasta el fondo, sin descansos, sin sutileza. Ella gime sin parar, sus músculos se tensan, la espalda de Abby se arquea, el abdomen de Rob se contrae y una expresión de satisfacción se nota en sus rostros. Han llegado al tan esperado orgasmo, juntos.  

8:00

A la mañana siguiente, el taxi los deja justo en la parada del bus, al poco tiempo llegó el bus. Entramos y se sentía extraño… todos estaban vestidos con pieles de animal, aún podía oler la sangre y… no era un olor desagradable. Rob y yo desentonábamos en relación a los otros, no llevábamos equipaje ni mucho abrigo, solo lo esencial.  El transporte no tenía asientos y no representaba mayor problema hasta que pasaron un par de horas de camino y comenzó a granizar. Las ventanas estaban selladas, nos asfixiábamos.

En eso el bus hizo la primera parada, abrió sus puertas aún en marcha y dejó caer a una pareja. El chofer reía a carcajas y a mí personalmente me dejaba de parecer divertido nuestro viaje. Me acerqué a Rob y susurré mientras tomaba una bocanada de aire –tengo miedo– En ese instante, el chofer se detuvo. –Hasta aquí llego ¡Buena suerte almas perdidas!– en ese momento todos corrieron despavoridos del bus como si su vida dependiera de ello, nosotros los seguimos pero justo antes de salir el chofer dijo entre risas – ¡nadie sobrevive en este mundo, idiotas! –.

Vimos cómo las rocas del suelo se movían de forma horizontal, como puentes móviles –Abby ¿qué es este lugar? – ella se quedó sin habla, estaba pálida.

Los pasajeros que viajaron con ellos saltaban a las rocas móviles buscando un camino. Pero ¿hacia dónde? Abby temblaba –no me sueltes Rob– él la abrazó y tomó impulso para saltar –no lo haré–. Sus compañeros de viaje comenzaban a caer, unos sobre otros, se oían sus huesos crujir, sus gritos ahogarse en el vacío, veían la esperanza desvanecerse de sus ojos. Entonces Abby consiguió un patrón – ¡Rob! ¿Ves eso?– él ubica lo que ella señala –sí, lo veo ¿qué significa? –. Como flashes vinieron recuerdos a ella, un nombre, una cara, un símbolo y una despedida.

Ella tomó el brazo de Rob y comenzaron a saltar siguiendo los símbolos que brillaban sobre las rocas –éstas personas no son personas Rob, son nuestros miedos, somos nosotros, este lugar… es el universo que hemos creado en nuestras mentes ¿ves el reflejo del sol en las rocas? Ahora mira al cielo, esta oscuro y cubierto de nubes grises– Rob –esto no está pasando–. La roca se parte a la mitad y Rob cae – ¡Abby! – ella lo toma de la mano pero el peso la hace caer también.

Justo antes de caer ven algo aterrador e impresionante a la vez. Lo último que sienten es una fuerte presión en sus pechos y poco a poco sus extremidades pierden sensibilidad. Cierran los ojos antes de impactar y al abrirlos, están en sus habitaciones respectivamente. Corren a la habitación del otro y se topan en el pasillo.  – ¿qué carajo acaba de ocurrir? – Abby tiene la mirada desviada Era él Rob… venía por mí– él la mira y se acerca para abrazarla –Ay no, Abby ¿otra vez él?– la chica rompe en llanto. Batikoff levanta su mirada para hacer contacto visual –Abby, no estés nerviosa, él ya se fue… prepararé el desayuno, prometo que haré que olvides éste mal rato. Eres una chica fuerte–.

9:09

Ambos ya han retomado su sentido del humor, se hacen bromas como de costumbre mientras desayunan cuando de pronto suena el teléfono. Rob contesta ésta vez y lo coloca en altavoz.



–Hola ¿recuerdas con quién pasaste las vacaciones el año pasado?