Sin poder conciliar el sueño,
Elia pone algo de música “Gleba” de Sleeping Bear, para ser exactos. Se oye un
ruido proveniente del balcón. La chica de un salto pasa a la cocina.
–tranquila, soy yo Paul. – ¿Qué haces aquí? –Pensé
que querrías estar con alguien… la música que oyes tiene un toque de
melancolía. –Estoy bien, debes irte. –Lo
siento.
Paul abre la puerta.
– ¡Me retracto! no te vayas.
Elia se muerde los labios.
–Quédate y hablemos… destapare
una botella de vino. –no bebo, pero una taza de té estaría bien.
Los dos se sientan en el sofá
mientras beben té.
– ¿Por qué entraste por el balcón
si sabias que estaba despierta?
Paul se encoge de hombros y
susurra.
–Me pareció más divertido.
Obviando lo sucedido ambos
charlan… sobre lo que vieron, un descubrimiento fascinante. Paul la rodea con
sus brazos.
– ¡Suéltame!
–Tranquila, no estoy intentando nada, eso solo que te vi temblando. –Es mejor
que te vayas. –Ya te dije que lo siento, no lo volveré a hacer. –No lo
entiendes, vete. –Explícame, luego me iré. –No quieres saberlo. –Si quiero. –Es
sobre mi enfermedad. –Adelante, cuéntame.
Elia suspira porque no quiere
hacerlo. –Como ya sabes, por el síndrome Kleine-Levin puedo llegar a dormir
días y hasta semanas; hay pastillas para controlarlo pero no siempre las tomo.
Y las consecuencias son la “sobrealimentación compulsiva y conducta sexual
desinhibida” además de posible sensación de desorientación, agresividad y
alucinaciones. –Eso no tiene nada de malo, lo entiendo. –No, no lo entiendes. A
veces no diferencio entre lo consciente y lo inconsciente. Por eso no socializo
como los demás y no mantengo relaciones a largo plazo… la gente se aburre de
esperarme. –Tengo 25 años, dedique mi adolescencia y parte de mi adultez a
investigaciones que todos creen que es un desperdicio de mi tiempo. Créeme, se
lo que se es sentirse apartado. –Creí que tenías 24. –Cumplí los 25 hace tres
semanas. Estábamos dormidos entonces.
Boquiabierta, Elia lo abraza
disculpándose. Se cambia de ropa, toma su bolso y las llaves del auto.
–Ven. – ¿Qué haces? –Vamos a
celebrar tu cumpleaños.
La noche, joven y prometedora los
ciega. Visitan varios bares buscando entretenerse, pero no es sino en un teatro
concurrido conde lo consiguen. Travestis, ilusionistas, actores, comediantes,
comida y alcohol. Todo en un mismo lugar. –Ya habían bebido algunos tragos así
que no tardan mucho en integrarse al show. Vergonzoso, si… pero orgullosamente
inolvidable. El tiempo no está de su lado, lo que comenzó una madrugada de
Septiembre, termino la tarde de ese mismo día.
19:10. Ambos despiertan en la
sala de estar con un stripper, dos payasos y un Santa Claus negro.
Paul es el primero en abrir los
ojos. Y con un increíble dolor de cabeza se levanta de la cama escabulléndose
de lo que parecen rastros de una orgia.
Un par de horas después, Elia
despierta junto con los demás. Paul preparó café y ordenó pizza. – ¡vaya
noche! Expresa uno de los payasos –oh sí. Afirma Santa Claus.
A las 22:00 solo quedan los que
empezaron todo.
–Y bien… ¿Qué tal pasaste tu
celebración de cumpleaños? –Fantástico, es lo mejor que alguien ha hecho por mi
jamás. –Es lo más divertido que he hecho despierta. – ¿A qué te refieres? –Si
te quedas a dormir esta noche, te mostrare.
Mirando su alrededor Paul dice
–ya es de noche.
Elia aguanta la risa sin éxito.
Ambos ríen como si hubiese sido gracioso… nervios quizá. Recuperando el aliento
Elia responde.
–ok, tienes razón. Lo que quise
decir es que si dormimos juntos hoy, te mostrare.
Unas cuantas tazas concentradas
de manzanilla más tarde, comienzan sentir sueño.
Amarrando su muñeca a la de Paul
dice –Esto es para que estemos en el mismo sueño… sé que parece infantil, pero
funciona.
–Te creo.
Se toman de las manos y pronto se
quedan dormidos.
Despiertan en el mismo
departamento pero en la sala, en lugar del dormitorio.
– ¿a dónde quieres ir? –No lo sé,
es tu sueño. –Es nuestro sueño, ambos podemos intervenir. –Muéstrame tu primero
e intentare seguirte.
Ella abre la puerta, para ir a
otro lugar. Una playa de Islandia.
–es imponente. –me gusta venir
aquí. –Ya veo por qué. –es tu turno, solo imagínalo y aparecerá. –vayamos a la
orilla.
Las olas heladas impactan
suavemente en sus tobillos. Caminan un poco buscando algo. Y es entonces cuando
sus mentes crean una pequeña habitación junto a la playa, solo con una cama y
un Home Theatre. El paisaje, la calidez de los nacientes rayos de sol los
inspira, los relaja… los desnuda. De la playlist comienza sonar la versión de Greg Laswell de de "Girls just want to have fun" Nada más se necesita. Elia se arquea de placer mientras, sobre ella, Paul hace lo suyo. Y sí que sabe lo que hace.
Suena "The Poet" de U137.
Después de un oral, no basta solo tener sexo... hacen el amor. Tan lento como un angel se convierte en un demonio, tan puro como la risa de un niño, tan placentero como no tener preocupaciones y ser libre, tan infinito como un deseo.
Paul
–Siempre me dijeron que no existían los finales felices en el mundo real.
Elia –Entonces tenemos suerte de no estar en el mundo real. Dice mientras se acerca para besarle la frente.