A Conan todo le salía bien, era excelente
estudiante y magnifico deportista. No pertenecía a un solo grupo, pertenecía a
donde él se sentía cómodo y eso mis amigos, es lo que hace que la gente te ame
o te odie. No puede existir uno sin el otro ¿no?
Hace unos tres años conoció a una chica.
Jamie era la típica chica ingenua e inocente del pueblo. Ella estaba enamorada,
él también lo estaba solo que no lo sabía él día de la graduación.
Un dìa antes de la graduación Conan estaba
abrumado por salir de su zona de confort, estaba muy confundido. Dijo más
incoherencias de lo normal ese día; quiso arreglar las cosas con su exnovia,
pero su orgullo lo consumió… al igual que el alcohol.
Jamie quedó devastada, Conan simplemente
fue a perseguir una nueva meta.
Él creyó que era lo correcto. Hasta que una
noche tomó la decisión de dormir en la azotea del edificio donde vivía, mirando
las estrellas, estaba ebrio por primera vez después de la graduación. Lo
suficiente como para recrear su alrededor, que había pasado de ser una terraza acogedora
a un techo con un hombre desesperanzado sobre él. Se levantó, sus piernas y
brazos se sentían increíblemente ligeros, su vista examinaba las estrellas en
cámara lenta. Buscaba respuestas, pero no sabía dónde hallarlas.
Habían pasado un par de años y Jamie ya tenía
una nueva pareja, una nueva vida, había empezado a estudiar periodismo. Aunque
eran las pruebas finales no estaba preocupada en lo absoluto por sus notas, ya
eran excelentes. Salió a dar un paseo fuera de los dormitorios, queria alejarse
un poco.
Subió a su auto, salió del campus esperando
encontrar algo que la distrajera. Iba a unos 90 km/h pero los árboles se
alejaban lentamente y las estrellas parecían estáticas, la luna, fiel como
siempre la seguía a donde iba, recordó aquel día que sus padres invitaron a su
novio a ir a la playa y cuando estaban regresando ya eran pasadas las 22:00,
ella se recostó en el regazo de su novio viendo las estrellas, era cuarto
menguante, luego se dio la vuelta para ver a su novio y vio la cara de Conan.
Frenó repentinamente llevando todo su cabello hacia adelante. – ¿Por qué ahora?
Recordó su última discusión.
Pisó fuerte el acelerador para terminar
esto como debió haber sido desde el principio. Ella esperaba que Conan no se
hubiese mudado desde la última vez que supo de él. En la radio sonaba “Warm
Shadow” de Fink.
Conan comenzó a seguir a la luna
balbuceando algo sobre el camino que había escogido para vivir su vida. Jamie
ya estaba en el lugar, frente al volante, mirando fijamente los botones del
intercomunicador, intentando no equivocarse demasiado para no despertar a los
vecinos de su exnovio.
Salió del auto inhalando una enorme nube de
valor. Por fortuna, el apellido de Conan estaba al lado del botón de su piso.
El último piso de un pequeño edificio de cinco pisos.
Presionó el botón.
Pasaría un tiempo antes de que Conan pudiese
responder a la puerta, eran casi las 2:00 Jamie asumió que él dormía y dejó de
intentar. Justo antes de marcharse un hombre abre la puerta – ¿qué busca a esta
hora señorita? –Oh, disculpe yo solo quería hablar con un viejo amigo,
seguramente escogí la peor hora para venir. Quitó los seguros del auto –Espere,
si es importante puedo ayudar ¿a quién busca? Ella se acerca y señala –Vincent.
– ¡oh! Conan Vincent, un empresario poco común… si, suele pasar más tiempo en
la azotea que es su propio departamento, déjeme echar un vistazo—Se oye un
fuerte y destructivo golpe muy cerca de ellos, vidrios rotos, metal abollado.
Jamie ve a Conan adolorido sobre su auto.
Grita despavorida y el conserje llama una ambulancia. –Oh por dios ¿qué es lo
que te pasa? ¡Yo solo quería hablar contigo! Tose un poco antes de responder
–Estoy un poco ebrio, gracias a dios que tenía esa reserva de vodka, si no
estaría agonizando de dolor… en fin, mientras llega una ambulancia, dime ¿de qué
querías hablar? Ella se sienta a su lado –Cuando me dejaste ¿lo hiciste porque
estabas aburrido? –lo hice porque tenía
miedo. – ¿qué? –Tenía miedo de que fueses a madurar y te dieras cuenta del
patán que soy. –Supe que eras un patán desde antes que no hiciéramos novios, yo
te amaba como eras. Él comenzó a llorar –Decidí dejarte porque creí que merecías
algo mejor –Tú eras lo mejor, eras divertido, solo me hiciste llorar cuando me
dejaste, tú me hacías sentir importante y amada. –Eres importante y nunca dejé
de amarte Jamie.
Llega la ambulancia y se lleva a Conan
directo a emergencias. Jamie se queda sin palabras, sus recuerdos venían a su
cabeza tan vívido como el día que sucedieron.
–Yo tampoco dejé de amarte.