Eran las 4:48 de la madrugada.
Ella caminaba descalza en la helada y húmeda arena de la
costa, con lágrimas en sus ojos que la brisa borraba con discreción. Escucha
Asleep de The Smiths mientras camina de vuelta al hotel.
La calle parecía hecha solo para ella… estaba sola, sin
autos, ni personas, ni tan siquiera un gato que rompiera el silencio. Baja la
mirada hacia el rayado de cebra y sube la mirada hacía el semáforo que está en
rojo. Enseguida se dibuja una sonrisa pícara en su rostro, suelta sus zapatos
en la acera y corre al medio de la calle a cantar la canción lo más fuerte que
le es posible – There is another world, there is a better world. Well, it must
be! – Suspira y se recuesta justo bajo el semáforo a disfrutar el resto de la
canción mientras ve unas tres estrellas que resaltan del profundo color del
cielo. Una de las estrellas era ella, el otro par eran las otras dos personas
que estaban haciendo lo mismo que ella en ese momento (según su imaginación).
Asleep llega a su final –Bye… bye. Se despide de su entorno
antes de volver a su habitación de hotel.
5:00. Se abre el elevador en el piso cinco y frente a ella
hay un chico que por su ropa, podría decirse que va a trotar. Ambos entrecruzan
miradas y siguen su camino; él sigue la estela de arena que Zee dejó minutos
antes y ella entra al baño para quitarse el agua salada. Cierra los ojos para
volver el tiempo atrás, para hacer pasar el tiempo más rápido.
Antes de irse a dormir se asoma por el balcón y casualmente
está Patt trotando en la acera dónde sus zapatos habían estado. Cierra todas
las cortinas y obstruye cualquier acceso de luz.
10:35 la hora del desayuno está a punto de terminar.
Zee se levanta de la cama sobresaltada. Patt sale de su
ducha helada sin expresión facial aparente pero en sus adentros solo quería
algo de calor… un café sería perfecto.
Los mesoneros recogen las mesas, limpian los restos y barren
el suelo mientras aún hay dos o tres personas tomando el desayuno. Pronto
serían cinco personas. Solo hay una mesa que no han recogido aún y ¡Patt la
quería! Sin duda Zee también. A pocos metros de distancia se dan cuenta que la
solución es desayunar juntos. –Hola, mucho gusto mi nombre es. –Patt, lo sé,
mucho gusto. Mi nombre es Zee. Patt estaba un poco asombrado pero no demasiado
como para preguntar.
Mientras sirven su desayuno hay silencio, pero una vez que
llega la comida comienzan a hablar –Eres tú la chica que cantaba Asleep y que
esparció la arena en el lobby ¿no? –En persona. –Pareces diferente… ¿de dónde
eres? Del inframundo, en realidad, no muy lejos de aquí. Donde la muerte es
vida y la vida es nada más que un ciclo de almas y espíritus, pensó. –Inglaterra.
–Pensé que tu acento era más bien australiano ¿Qué tal estuvo tú madrugada Zee?
Borrosa, como siempre. Nunca veo lo que realmente hago, da miedo ser la hija de
la muerte y no querer ser la que pare los relojes de arena… no es justo. Tal
vez por eso vivo como mortal, bueno al menos parcialmente, dijo en sus
adentros. – ¡Entretenida! ¿Te gusta The Smiths Patt? –No son mis favoritos pero
James Morrison canta muy bien. El silencio solo es interrumpido por el ruido de
los cubiertos sobre el plato. –Su nombre es Steven Morrisey, pero está bien.
–Suenas muy acertada para parecer alguien que no sabe lo que
hace Zee.
–Igual que la muerte Patt.
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