Después
de haberlo abandonado me sentí miserable, miré a través de sus ojos aquel dolor
que había causado, el corazón que rompí accidentalmente luego de un ataque de
ira. Él no aceptaría una disculpa con palabras, sabía que no lo haría.
Entonces
fui a su lugar favorito deseando que él estuviese allí, porque sé que allí va
cuando algo malo ha pasado.
Nos
miramos el uno al otro, como buscando examinar nuestras almas con la mirada…
algo magnifico. Casi podía oír la música… nuestra música.
Al cabo
de unas horas de silencio, la noche vino a hacernos compañía. Hacia frio, solo
se oían los arboles crujir y las hojas caer con el viento. Tétrico, pero su compañía
me tranquilizaba. Podía oír a mi subconsciente con claridad, podía oír nuestras
respiraciones.
Levantamos
la vista hacia el cielo y me sorprendí al ver todo cubierto de nubes color gris, a penas con rastros del cielo
negro y las estrellas. Hubo un momento en que realmente llegué a creer que el
cielo era gris y las nubes negras. Baje la vista para no aterrorizarme. Él me miró
y ladeó la cabeza. Me abrazó y susurró de manera tan tenue que no estoy muy
segura de cómo logre oírlo. Me dijo –no tengas miedo, nada malo va a pasar.
Sin
embargo, tenía mis dudas. La melodía imaginaria que casi podía oír se cargaba
de suspenso, una melodía como”Sudden Throw” de Olafur Arnalds.
Sentía
que la brisa se volvía rasposa, ya no era inocente e inofensiva, era helada y
malintencionada. Mi cuerpo se debilitaba cada vez más. Intentaba respirar
profundo y calmarme, sin ningún resultado.
En un
abrir y cerrar de ojos ya había perdido la noción del tiempo y el espacio. No sabía
dónde me encontraba y olvidé mi reloj, mi celular sin batería. No podía distinguir
entre realidad y ficción, una sensación de vacío me invade – ¿qué es esto? –se preguntó
Ania. – ¿es esto lo que sentiste Damien? … Él sonrió, pero la confusión de la
chica solo aumentó.
Despierta
sobresaltada de la tina.
Su
pareja que la oye desde la otra habitación corre a ver qué sucedió. –¿estás
bien Ania? –Damien estas… es decir, estábamos… no estábamos aquí… ¿qué hacemos aquí?
¿Nunca salí de aquí? –no cariño, no has salido de la tina, tal vez te dormiste
de nuevo y tuviste una pesadilla. –está bien, tienes razón, tal vez solo estoy
exagerando. – no tengas miedo, nada malo va a pasar. – ¡oh por dios! – ¿sucede algo?
–deja vu. –tranquila pondré algo de música para que despejes tu mente.
Suena “A
Stutter” de Olafur Arnalds.