Este día comenzó… diría como siempre, pero sería mentirles. Me
despedí de mi novio, tome el desayuno e hice una llamada.
Al colgar el teléfono, una vieja herida volvió a abrirse.
Recuerdos de hace unas pocas lunas volvían a mi mente de manera tan vívida que
me asustaba. La música es mi mejor escape, por ello recurrí a “Parachutes” de
Coldplay. (Otra vez)
Me recosté en mi cama a intentar dialogar con mi subconsciente,
pero al parecer mis recuerdos gritaban demasiado fuerte como para poder oírla.
Todo esto surgió a raíz de una “reunión” hace cinco días.
Estaba a punto de emprender un viaje hacia otro país,
planeaba quedarme, empezar de nuevo. –Soy joven, puedo hacerlo pensé–. La
respuesta de mi familia fue – ¿es que acaso tu nos odias? –que egoísta eres
–solo piensas en ti –no te falta nada ¿o sí? –fuiste una buena niña, pero estas
a punto de arruinar tu vida.
Yo solo me preguntaba – ¿es que acaso ser mayor de edad ya
no cuenta? En el momento en que mi madre anuló mi boleto de avión me di cuenta.
Como toda una chica “madura” pase el resto de la noche entre lágrimas,
recibiendo gritos y sintiéndome despreciable. Cuando finalmente pensé en dormir
un poco, me dolía la mandíbula, la cabeza, sentía que mis parpados estaban a
punto de sangrar. Nada de esto tenia importancia en el mundo real, pero
cambiaba todo en mi mundo.
Las promesas que hice, las citas que tuve que cancelar, el
trabajo de perdí, la cama que dejé vacía, las expectativas que asesiné
súbitamente… ya no sabía si yo era la egoísta ¿era yo la mala en todo esto? No lo
sé, pero así me sentía.
Patético lo sé, pero ya me hacia la idea de vivir en otro
lugar, de trabajar como cualquiera.
Fue entonces cuando las personas que esperaban algo distinto
de mi me decían –es tu decisión –no te preocupes por el dinero. –si puedes.
Cualquier decisión que tomara iba a decepcionar a alguien. A
mi novio o a mi madre, a mis abuelos o a mi hermana de otra madre. Una noche me
di cuenta de que no estoy preparada para dejar lo que tengo aquí, a todos los
amo, pero ellos tienen sus vidas y yo la mía, independientemente de lo que yo
haga ellos seguirán, con o sin mí. –Eres débil– Puede que lo sea pero ahora que
tengo tiempo, no quiero desperdiciarlo.
–Tal vez te aburra verme mirando las nubes mientras imagino
que somos infinitos.
–No lo creo.
Algo estaba roto en mí esa noche, casi pude sentir como mi
alma dejaba mi cuerpo. Pero abrí los ojos rápidamente como diciendo. – ¡espera!
Si puedo hacerlo, saldré de aquí, tal vez no hoy ni mañana pero lo haré. (Eco)
Esa sensación sigue dentro de mí, pero eso no me detendrá.
Somos fuertes, solo hay que descubrir aquello que nos molesta y superarlo, ver más
allá de nosotros mismos.