Cada página
de nuestro libro comienza, tiene un desenlace y una conclusión.
Me
despierto preocupada por una llamada que olvide responder la noche anterior.
Tras algunas suplicas logro retomarla con condiciones de por medio. A los pocos
minutos, llegan por mí y subo al auto… atravieso la puerta de la universidad, me
percato que soy la primera del grupo en llegar, así que busqué un sillón para
leer un libro y enseguida alguien dice – ¡Annie, hola! Cerré mi libro e
igualmente salude. Una de mis profesoras se retrasa y me da tiempo para charlar
con mis amigas del otro curso, pasa el tiempo rápidamente.
Ya es
mi siguiente clase.
Una discusión
inesperada. Parecía que una de mis compañeras tuvo un malentendido con la profesora
y por buena o mala suerte, el problema se hizo público.
Al
acabar la última clase, llamé a mi mejor amiga que me había invitado al cine. Al
principio me negué porque quería pasar tiempo con mi novio pero, él ya tenía
planes así que yo hice los míos igualmente.
Seis
estaciones más tarde salí del subterráneo, para conseguirme con ella unas
cuadras más allá.
Típico
que no la encontraba, así que opte por llamarla por cuarta vez.
Cuando
ella me contestó ambas nos vimos a dos extremos opuestos… digamos que, nos
conocemos hace mucho y corrimos para saludarnos como si se tratara de un campo
de flores, cámara lenta y música de fondo. –No es tan extraño como parece – Frenamos
para no chocar y nos reímos junto al resto del grupo.
A partir
de ahí no pasó nada relevante… excepto tal vez mi reacción a ver a una chica
con una playera de mi banda favorita y que el estúpido cajero automático no
colaboraba ante a prisa que tenía.
Entramos a ver Kingsman the secret service. Magnífica película
–para mí–.
Al
salir, le avise a mi novio que ya estaba de camino a casa y pues, seguía
enfadado. –Está bien. Fue mi respuesta. Estaba feliz y con las personas que
consideraba de una u otra manera mi familia.
Nada podía
arruinar el momento. –creía yo. Aquí
Subimos
al auto, J. Patricia, Mikka y yo junto con el hermano de mi amiga y cantamos
una canción de una banda local hasta que me dejaron en casa.
El
ambiente no había cambiado, abrace a mi madre y a mi hermano, a mi perro también.
– ¿Una botella de vino? –tal vez después. Le respondí a mi madre mientras le
hago muecas a mi perro.
Me
despojo de las prendas con las que había estado todo el día y enciendo mi
laptop para escuchar a mi banda de la semana.
Magic
Man.
Y el día
aún no termina... es más, a penas comienza con “It all starts here”.