Me encanta ese ruidito que hacen los trastes
al cambiar de acorde, me hace pensar en muchas cosas, depende del contexto y mi
humor.
19:43.
Esta tarde estaba recordando a ese hombre
que me ha hecho suspirar, llorar, desear, amar, gemir y reír como si se hubiese
ido, a pesar de que sigue conmigo, pero su estado es: ausente.
Mis pensamientos están revueltos como un
cóctel a medianoche. Me duele pero no tanto para llorar; y estoy molesta, pero
no lo suficiente como para gritar. Todos los sentimientos explotan en el
momento menos indicado –cuando estoy sola, por lo general–.
En mi mente salen a la superficie buenos
recuerdos y digo -que estúpida fui- cuando recuerdo los malos. Pero en fin, es
una película de mi vida que aun esta por filmarse.
Las lágrimas hacen que mis lentes se mojen
y me obstruyen la visión. Una palabra tan dolorosa como un “adiós”. Y una
pregunta tan indeseada como -¿estas llorando? La respuesta era sí, pero solo en
mi subconsciente habían lágrimas, por fuera solo una expresión facial neutral.
No sé lo que hice y me siento equivocada
pero no quiero volver atrás. Volver a ese lugar seria agotador sentimentalmente
y destructor psicológicamente. –el banco de lágrimas dejara de hacerme
prestamos, lo presiento–.
Es triste caer en cuenta que todo para mí
siempre termina inconcluso. “live and let die”. Angus & Julia cantan para mí
en un playlist que me hace sentir… siempre hay un nombre para lo que sentimos
solo que lo descubro una vez que ya no hay sentimiento puro y divino.
Empecé a monologar en mi impotencia –la
vida se va en un parpadeo, ¿quiero saber si te quedarás? Le preguntaba a mi perchero
con olor a ignorancia como si de aquel hombre que ha cambiado el rumbo de las
cosas se tratara.
Tengo miedo de abrir los ojos.