En un momento de chispa e inspiración oigo “What Sara said”
de Death cab for a cutie y comienzo a escribir.
Soledad. Esa desagradable sensación de estar acompañado y
sentir que no hay nadie a tu alrededor.
Hoy, en mi curso estaba abstraída pensando en solo una cosa.
El futuro; me contradigo una y otra vez, pero ahora lo veía claramente –de
repente me siento ligera–. “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” o
hasta que sientes que lo pierdes.
Me preguntaba por qué no seguía mis propios consejos, de no
insistir en lo que puede no resultar, de no ser pesimista cuando tienes razones
para sonreír.
Recuerdo que hace unos días, me encontraba decidiendo si
empezar de nuevo o si valía la pena ignorar los contratiempos y seguir mi vida.
En el momento, ambas opciones sonaban tentadoras pero, la realidad era (siempre
hay un pero) que terminaría decidiéndome por una tercera opción improvisada…
una mezcla de ambas opciones. ¿El resultado? Desastroso, no lo recomiendo a
menos que quieran ser víctimas de ustedes mismos.
Amor –suspiro–. Típico sentimiento que nos puede hacer reír y llorar a
la vez. Típico sentimiento que nos hace sentir enamorados e iracundos a la vez.
Típico sentimiento que nos hace sentir fortaleza y debilidad a la vez. Típico
sentimiento que queremos sentir y a la vez no.
En resumen, nuestras vidas son impredecibles y hasta cierto
punto bohemias –me atrevo a decir– y a
veces se necesita sentir dolor para aprender a valorar las pequeñas cosas de la
vida en las que se alberga la felicidad y la inocencia.
A veces nos sentimos ingenuos cuando no estamos pensando en
dinero, sexo o banalidades, pero es bueno de vez en cuando ser un niño de nuevo
y disfrutar de las cosas más simples sin preocuparnos, o pensar en si lo que
tenemos durará, sino que nos enfocamos en vivir el momento sin desperdiciar ni
un segundo, una risa o una lágrima… que puede ser nuestra maestra más sabia.
Ama y ámate, disfruta. Rompe una que otra regla de vez en
cuando, así desafiaras a la rutina y escaparas de la monotonía.