Una tarde como cualquiera en el local. El zumbar vespertino
de las agujas, el olor a talco de los guantes, personas que tienen siempre algo
en común. El deseo de tatuarse. Algunos
por moda, en cambio otros quieren tatuarse parte de la historia de su vida.
Algo significativo.
En la hora que los tatuadores se van a comer algo, entra una
chica. El local está solo a excepción del veterano Jonathan. – ¿se te ofrece
algo? Pregunta sin hacer contacto visual, enfocando su mirada en un dibujo para
otro cliente. –puedo volver más tarde… veo que estas ocupado y no hay nadie además
de ti. –estoy por terminar, puedes sentarte en aquel puf. –El único puf. Pensó ella,
después de mirar alrededor y ver solo un asiento verde neón.
Aproximadamente cinco minutos luego Jonathan se levanta,
estira sus extremidades y pregunta en un bostezo. – ¿en qué puedo ayudarte? –quisiera
tatuarme esta frase. Arrastra sobre la mesa un papel arrugado y algo manchado
por carboncillo. – ¿Coming home? –sí, lo quiero en el antebrazo. –es una canción
de Kaiser Chiefs. –No es solo una canción. –bien. Se lleva el boceto a la mesa
de dibujo. –me contaras cuando te lo tatúe… me tardare unos diez o quince
minutos en hacer de esta frase algo bueno. –De acuerdo, esperaré. Vuelve a
sentarse y saca un libro de su bolso.
Pasan los diez minutos. –no te ofendas. Dice dejando el plumón
en la mesa y ladeando la cabeza. –pero no te ves como una persona que se haría un
tatuaje. –no me ofendo. –entiendo… mi nombre es Jonathan. –Mucho gusto Jonathan.
Dice estrechando su mano; el hombre se queda un poco confundido. – ¿no me dirás
tu nombre? Dice soltando una sonrisa, no necesariamente de felicidad. –Lo
siento, estoy distraída. Me llamo Miranda. –Gusto en conocerte Miranda. La
chica le sonríe tímidamente. Ella se recuesta en la camilla y comienzan a
llegar los demás tatuadores. Todos saludan a su colega y él hace lo mismo.
Clava su mirada en la de Miranda, que se sonroja. –no estés
nerviosa, he tatuado a cientos de chicas. –no estoy nerviosa por el tatuaje. –es
pequeño. –lo es. Las agujas se ponen en marcha y la tinta comienza a hacer su
trabajo. –cuéntame, ¿por qué una canción de los Kaiser Chiefs? – ¿quieres que te cuente la historia larga o
la corta? –esto tardará, cuéntame la larga. La chica suspira al mismo tiempo
que sus ojos comienzan a lagrimear. Él se detiene para pasarle una servilleta y
seque sus lágrimas. –gracias. Dice sosteniendo la servilleta. –si no quieres
contarme lo entenderé. –no, quiero contártelo. Nunca se lo he dicho a nadie.
Jonathan se sorprende al oírlo. –pues, te escucho. –Hace aproximadamente unos
seis meses, a fines de febrero si mal no recuerdo estaba oyendo playlists en YouTube
para distraerme un poco, descubrir nuevas canciones… y de pronto oí Coming Home.
Se me iban las tardes oyéndola, bastaba oírla para mejorarme cuando me sentía triste;
hace años murió alguien a quien yo amaba, compartíamos los mismos gustos en música.
–Jonathan silva como diciendo ¡oh vaya! – a veces lo extraño y, ¿cómo no
hacerlo? él era parte de mi vida. Esa canción me hace recordarlo, sentir que lo
tengo un poco más cerca. – ¿no crees que exageras un poco? –puede que sí, pero
la canción tiene un significado para mí, no me importan los demás. –me agradas.
–ya me han criticado suficiente como para darme cuenta de que a veces las críticas
son solo palabras sin significado. –estoy totalmente de acuerdo contigo. Dice
levantando la aguja para dedicarle una mirada sincera a la chica.
Extrañamente, Miranda se siente amada por primera vez en
mucho tiempo, algo pasajero pero satisfactorio. –Personalmente creo que el solo
significado de la frase sin tomar en cuenta la canción es, vivir para morir.
Desde que nacemos nos preparamos para la muerte, sin esperarla o desearla…
pienso que todos podemos escoger nuestra misión de vida. Yo vine para amar – ¿eso
crees? Pregunta Jonathan sintiendo una ligera atracción por ella. –Amar la música
y ver más allá de lo que una mirada esconde… o no. Dice, suavizando su expresión
facial mientras va recorriendo el rostro de su tatuador con la mirada.
Jonathan limpia y cubre el área tatuada. Al levantarse, los audífonos
de miranda se desconectan de su iPod y se escuchan lo susurros de “i will be
silent”. – ¿Qué banda es? –over the ocean, seguro no la habías oído hasta
ahora. –de hecho si, se presentaron en un café a unas cuadras de aquí. –me
hubiese gustado ir. Dice en un suspiro. –sí. Dice Jonathan como queriendo decir
algo más, pero se apena y vuelve a su mesa, mientras ella va a pagar.
Miranda está a punto de cerrar la puerta, cuando él la
detiene y se coloca frente a ella, que lo mira interrogante. Titubea unos
segundos. – ¿quisieras acompañarme a tomar un café? Preguntó, tomando la mano
de Miranda sin dejar de mirarla con sus hermosos ojos pardos. Ella cierra sus
ojos y entrelaza su mano bajo el antebrazo de Jonathan. Los abre y se encuentra
con una sonrisa masculina que derrocha sensualidad. Ella aceleradamente le
planta un beso a milímetros de los labios y responde. –Me encantaría. Él la Abraza y le besa la mejilla... sin alejar los labios dice –eres la primera persona que despierta sentimientos en mi en mucho tiempo. –tú igual.