lunes, 11 de agosto de 2014

Buscando el norte.


Una mañana me desperté sin objetivos, distraída... con una sensación de vacío.

Esa típica sensación de estar buscando algo, saber qué buscas pero no saber por dónde empezar. –Comienza a acelerarse mi respiración–

Un día hablando con un amigo, me encontré pronunciando palabras que no sabía que podía decir con tanta fluidez. Era por donde debía empezar, buscar mi norte. Para qué sirvo y para qué soy buena. –Soy buena durmiendo– le dije. “Todos servimos para algo” resonaba en mi cabeza.

Solo que no estaba segura exactamente para qué servía. Fue entonces cuando ese amigo me dio un dato muy importante. “No tienes que ser como los que te rodean, no te sientas mal, no te preocupes por ser importante, ya lo eres”. Y en parte era verdad, todos mis amigos son muy inteligentes, buenos para los números, independientes, interesantes. Todo lo que yo quería ser, pero siendo tan pesimista preferí no engañarme y empezar por lo básico. Valorarme a mí misma.

Tal vez aún no estaba segura de cómo llegar a mi objetivo, que es principalmente lograr ser quien quiero ser, sin complacer siempre a todos. La vida no se disfruta complaciéndo a todos, es más, dicen que cuando se presentan obstáculos para lograr tu meta, tu logro será mejor de lo que todos esperaban . –quiero créelo.

Finalmente experimente lo que es tomar decisiones importantes, con miedo de que todo salga mal y obtener resultados inesperados, satisfactorios. Me di cuenta de que siempre al final se consiguen las mejores cosas y que el trabajo vale la pena.


El trabajo duro hace  grandes personas. La humildad pura, hace excelentes personas.

jueves, 7 de agosto de 2014

Buenas noches.


Un ruido sin eco y penetrante perturba mi sueño.

Se oía como la detonación de un edificio y un tsunami. No supe que hacer por unos instantes, todas las personas importantes para mi estaban lejos, eso facilito las cosas. Quise pensar que estaban seguros, mientras intentaba salvarme a mí misma.

Aquello de lo que escapaba no tenía rostro, tenía una voz muy rasposa e imponente, no dude ni un segundo, sabía que no podía mirar atrás. ¿De que escapaba?  –No me atreví a mirar– corría sin descanso tomando lo que me podía servir como arma blanca. Tubos arrancados del pavimento, señales de tránsito… todo a mi alrededor era tempestad.

Estaba sola, me sentía sola. Nada más se escuchaba que el crujir del concreto, vidrios rotos y mi acelerada respiración. Por fin conseguí refugio caída la noche.

Hace unos días no hubiese creído que mi vida perfecta se convertiría en miseria de la noche a la mañana. No lo vi venir, no hubo señales, ¡es absurdo!

Me recuesto bocarriba, viendo al techo intentando relajarme.

Despierto sudando –veo el reloj– no pasa mucho tiempo cuando aquella criatura arranca el techo como si fuera de papel. Tengo miedo, pero lo ignoro. Lanzo todo lo que tengo a la mano, haciéndole nomas que cosquillas a la criatura sin rostro.

Me sujeta el monstruo con sus aterciopeladas garras, estrangulándome.

Mientras más me acerco su rostro se va revelando. ¿Es eso lo que quería, mostrarme su rostro?

Frente a frente, me doy cuenta de que su rostro es tan real como el mío. Ya no puedo respirar.

Despierto. –Pensé que era real, el miedo era real– fue entonces cuando entendí que el miedo no discrimina, de un día para otro nuestra cómoda vida puede irse al demonio y viceversa.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Ying Yang.


Recuerdo que cuando finalmente descubrí qué significa el yin yang creí que había descubierto uno de los misterios de mi vida, esa satisfactoria sensación de terminar algo que te tomo mucho tiempo. Encontrar un resultado inesperado en el momento indicado. No estoy segura de cómo explicarlo.  

Hace un tiempo dije que no me casaría, que no tendría hijos... no lo creí posible.

Entonces me enamore perdidamente de un idiota. Me enseño mucho, me enseño a no confiar en las apariencias, ni en las personas que se creen más que el resto. Como él. Más tarde, me sentía incomprendida y feliz, después de todo. Entonces apareció mi segundo amor, alguien del que no podría quejarme, siempre me dio la razón, venía a verme cada vez que podía, dejaba de hacer otras cosas para estar conmigo y pues, todo con un propósito.

No creo en el “yo soy tuya y tú eres mío”. No creo en hombre perfecto.

Creo en el amor, pero quizá no me abro a él como quisiera por miedo. Puede que parezca fría de sentimientos. Pero nadie quiere ser lastimado, seamos sinceros.

Volviendo con lo que empecé. Estaba pasando por un momento muy duro, así lo creí. Mi padre estaba cada vez más distante y amenazante que nunca, ya venían las pruebas finales, puse en juego mis amistades, perdí oportunidades. Me di por vencida cuando finalmente, todo salió mal y ya no me quedaba mucho que perder.

Justo cuando creí que nada podía ser peor, un diagnostico mato la poca esperanza que me quedaba. Cliché lo sé, pero a veces es solo eso y nada más. Un cliché.

Me di cuenta de que tenía más de lo que creía y menos de lo que esperaba. Me dije a mi misma que estaba sola, tenía que hacer algo para no morir.

Así es, matas o te matan. No con todo el significado de la palabra; es solo que debes matar el miedo para ser libre o si no él te matara a ti.

Me dijeron hace tiempo que todo ser bueno y puro, tiene algo de oscuridad. A veces maldad, a veces indiferencia… otras veces engaño. Y por el contrario, todo ser maligno tiene su lado bueno, ya sea perdonando la vida, ayudando a alguien más miserable que él o simplemente callando en el momento indicado.

Para mí eso es el yin yang.

El ultimo recurso del bien y la oportunidad a una mejor vida para el mal.  


domingo, 3 de agosto de 2014

En otra realidad. Sremaerd


Sin poder conciliar el sueño, Elia pone algo de música “Gleba” de Sleeping Bear, para ser exactos. Se oye un ruido proveniente del balcón. La chica de un salto pasa a la cocina.

 –tranquila, soy yo Paul. – ¿Qué haces aquí? –Pensé que querrías estar con alguien… la música que oyes tiene un toque de melancolía. –Estoy bien, debes irte.  –Lo siento.

Paul abre la puerta.

 – ¡Me retracto! no te vayas.

Elia se muerde los labios.

–Quédate y hablemos… destapare una botella de vino. –no bebo, pero una taza de té estaría bien.

Los dos se sientan en el sofá mientras beben té.

– ¿Por qué entraste por el balcón si sabias que estaba despierta?

Paul se encoge de hombros y susurra.

–Me pareció más divertido.

Obviando lo sucedido ambos charlan… sobre lo que vieron, un descubrimiento fascinante. Paul la rodea con sus brazos.

– ¡Suéltame! –Tranquila, no estoy intentando nada, eso solo que te vi temblando. –Es mejor que te vayas. –Ya te dije que lo siento, no lo volveré a hacer. –No lo entiendes, vete. –Explícame, luego me iré. –No quieres saberlo. –Si quiero. –Es sobre mi enfermedad. –Adelante, cuéntame.

Elia suspira porque no quiere hacerlo. –Como ya sabes, por el síndrome Kleine-Levin puedo llegar a dormir días y hasta semanas; hay pastillas para controlarlo pero no siempre las tomo. Y las consecuencias son la “sobrealimentación compulsiva y conducta sexual desinhibida” además de posible sensación de desorientación, agresividad y alucinaciones. –Eso no tiene nada de malo, lo entiendo. –No, no lo entiendes. A veces no diferencio entre lo consciente y lo inconsciente. Por eso no socializo como los demás y no mantengo relaciones a largo plazo… la gente se aburre de esperarme. –Tengo 25 años, dedique mi adolescencia y parte de mi adultez a investigaciones que todos creen que es un desperdicio de mi tiempo. Créeme, se lo que se es sentirse apartado. –Creí que tenías 24. –Cumplí los 25 hace tres semanas. Estábamos dormidos entonces.

Boquiabierta, Elia lo abraza disculpándose. Se cambia de ropa, toma su bolso y las llaves del auto.

–Ven. – ¿Qué haces? –Vamos a celebrar tu cumpleaños.

La noche, joven y prometedora los ciega. Visitan varios bares buscando entretenerse, pero no es sino en un teatro concurrido conde lo consiguen. Travestis, ilusionistas, actores, comediantes, comida y alcohol. Todo en un mismo lugar. –Ya habían bebido algunos tragos así que no tardan mucho en integrarse al show. Vergonzoso, si… pero orgullosamente inolvidable. El tiempo no está de su lado, lo que comenzó una madrugada de Septiembre, termino la tarde de ese mismo día.

19:10. Ambos despiertan en la sala de estar con un stripper, dos payasos y un Santa Claus negro.

Paul es el primero en abrir los ojos. Y con un increíble dolor de cabeza se levanta de la cama escabulléndose de lo que parecen rastros de una orgia.

Un par de horas después, Elia despierta junto con los demás. Paul preparó café y ordenó pizza. – ¡vaya noche! Expresa uno de los payasos –oh sí. Afirma Santa Claus.

A las 22:00 solo quedan los que empezaron todo.

–Y bien… ¿Qué tal pasaste tu celebración de cumpleaños? –Fantástico, es lo mejor que alguien ha hecho por mi jamás. –Es lo más divertido que he hecho despierta. – ¿A qué te refieres? –Si te quedas a dormir esta noche, te mostrare.

Mirando su alrededor Paul dice –ya es de noche.

Elia aguanta la risa sin éxito. Ambos ríen como si hubiese sido gracioso… nervios quizá. Recuperando el aliento Elia responde.

–ok, tienes razón. Lo que quise decir es que si dormimos juntos hoy, te mostrare.

Unas cuantas tazas concentradas de manzanilla más tarde, comienzan sentir sueño.

Amarrando su muñeca a la de Paul dice –Esto es para que estemos en el mismo sueño… sé que parece infantil, pero funciona.

–Te creo.

Se toman de las manos y pronto se quedan dormidos.

Despiertan en el mismo departamento pero en la sala, en lugar del dormitorio.

– ¿a dónde quieres ir? –No lo sé, es tu sueño. –Es nuestro sueño, ambos podemos intervenir. –Muéstrame tu primero e intentare seguirte.

Ella abre la puerta, para ir a otro lugar. Una playa de Islandia.

–es imponente. –me gusta venir aquí. –Ya veo por qué. –es tu turno, solo imagínalo y aparecerá. –vayamos a la orilla.

Las olas heladas impactan suavemente en sus tobillos. Caminan un poco buscando algo. Y es entonces cuando sus mentes crean una pequeña habitación junto a la playa, solo con una cama y un Home Theatre. El paisaje, la calidez de los nacientes rayos de sol los inspira, los relaja… los desnuda. De la playlist comienza sonar la versión de Greg Laswell de de "Girls just want to have fun" Nada más se necesita. Elia se arquea de placer mientras, sobre ella, Paul hace lo suyo. Y sí que sabe lo que hace.
Suena "The Poet" de U137.

Después de un oral, no basta solo tener sexo... hacen el amor. Tan lento como un angel se convierte en un demonio, tan puro como la risa de un niño, tan placentero como no tener preocupaciones y ser libre, tan infinito como un deseo.

Paul –Siempre me dijeron que no existían los finales felices en el mundo real.
Elia –Entonces tenemos suerte de no estar en el mundo real. Dice mientras se acerca para besarle la frente.



viernes, 1 de agosto de 2014

Cartas a Evan.


Debo admitir que fueron unas hermosas y surrealistas dos semanas. Evan, contigo hasta la desgracia se convierte grandes experiencias. No lo sé… hay algo en ti que me hace querer soñar. ¡Soñar y escribirte!

Aunque nuestra visita a aquel bar de copas fue lo más normal de nuestras vacaciones juntos, en ese momento, no sentí magia… pero sentí algo mejor. Sentía que el tiempo ya no importaba y, sinceramente no sé cuánto tiempo estuve enamorándome de tu mirada, de tus ojos pardos que no puedo sacarme de la cabeza. Tu despreocupación, mí acelerada respiración. Aquel hombre que logro lo que pensé, era poco probable. ¿Matt Waltters? Era su nombre, no estoy muy segura. Ese hombre que con su música me hizo desearte cada segundo de sus piezas.

Dije que no quería enamorarme. Tal  vez no lo estoy, tal vez tu eres mi tentación y me estoy dejando llevar. ¿Por qué lo haces Evan Tier? ¿acaso te place verme rendida a tus pies como una niña ingenua? A mí me encanta, me encantas.


Sonara trillado pero, me drogo pensándote y me recupero escribiéndote. Eres mi vicio, de esos que solo existe una vez y sin importar si esto sea real o no, duradero o no, lo habré vivido. Con eso basta.

Sobre tu propuesta… lo he pensado.  Llevamos casi dos años escribiéndonos y viéndonos de manera intermitente. Tal vez dejar mi casa e irme contigo a Miami funcione.

Pero como ya sabes, soy una persona poco estable y tú una persona propensa a los cambios bruscos de ánimo.

No creo que vivir juntos sea una buena idea, no ahora.  Pero prometo estar más cerca de ti.


                                                                                                       Eliana.