Hola
Evan. ¿Cómo has estado? Hace un largo tiempo no te escribía… te preguntaras por
qué lo hago ahora.
Creo
que yo también me hago la misma pregunta.
En
fin, quería comentarte algo que una vez hablamos en una de esas madrugadas que amanecíamos
dopados de sobriedad e inocencia. –Aquellos tiempos– No sé si lo recuerdes;
aquella noche que viniste a mi como cachorrito perdido, tal como yo hice
repetidas veces contigo. Ese dia en especial algo pasó, algo hablamos que
cambio parte de mi manera de ver la vida.
Estábamos
escuchando “Don’t you remember” de Adele, estoy segura. Luego de horas hablando me deje caer en el suave regazo del tapete del salón. Me preguntaste –si
pudieras escoger tu manera de morir ¿Cuál sería?
Me dejaste sin palabras, al cabo de unos minutos logré entrelazar las palabras –Algo
infinito en lo finito. Tu respuesta fue tan inesperada como mi reacción. –para
romper las reglas hay que conocerlas. Sabíamos que nuestra conversación no tenía
coherencia pero… son divertidas ¿no? Mi reacción fue apagar todas las luces y
buscar un par de linternas. – ¿qué estas planeando? Me preguntaste. Yo encendí ambas
linternas y te dije –la apagarás cuando estés listo. Supuse que me habías
entendido… pues, siempre lo haces.
Nos acostamos en el suelo con ambas
linternas iluminando ligeramente el techo. Respondí a tu pregunta seguido de un
profundo suspiro.
Si me dijeran que solo tengo 72 horas de vida, me relajaría lo más
posible, para poder despedirme de todos los seres a los que amo –que no son muchos, por cierto– luego me iría a un lugar alto y lleno
de vida.
Una montaña ¿por qué no? Donde pueda ver el horizonte, sentirme ligera.
Pondría el playlist de mi música favorita, llevaría mis tres platos
favoritos y una botella de vino. Luego echaría a volar mi imaginación; traería todos los recuerdos de
las miradas sinceras y cálidas que por más que intente no encontraré de nuevo. Pensaría
en la gente que hizo de mi vida una vida no convencional. Monologaría sobre
aquellas personas que me enseñaron a amar. Reiría de las cosas que viví con mi
familia y mis amigos. Finalmente cerraría los ojos para no abrirlos nunca más. –Luces fuera–
Tal vez uno de mis últimos recuerdos seria de aquel día en que volví a
nacer entre tus brazos Evan. –cuando me encontraste.
Cuando te susurraba –te he estado buscando día
y noche. Y tu me reprochabas que eso era imposible. Que una persona como yo
solo buscaba lo seguro. Y no te equivocaste.
Yo en ti veía seguridad; sabía que contigo
iba a aprender, no solo a vivir sino que aprendería a morir, morir en salem…
porque la muerte es lo único seguro en la vida.
Para ese momento te habrás dado cuenta de que la luz de la linterna se habrá apagado y entenderás lo que parecía no tener sentido en aquel momento.
Espero verte pronto.
Eliana.